El desempleo estructural no es considerado en la economía clásica (Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill) ya que entendía que la competencia y el Laissez faire garantizaban el pleno empleo.
Cabe destacar como causas de estas rigideces, las siguientes: Estas rigideces dan lugar a que las políticas de demanda expansivas tengan efectos sobre la inflación y no sobre el empleo, no siendo efectivas en el largo plazo.
El desempleo estructural corresponde técnicamente a un desajuste entre oferta y demanda de trabajadores.
En un contexto de libre mercado, se suma a la crisis de las masas asalariadas la de las medianas y pequeñas empresas que no logran adaptar su respuesta a las crisis cíclicas del sistema capitalista en la que sólo los grandes conglomerados empresariales -holdings- pueden funcionar.
Desde las ideas de liberalización, las nuevas tecnologías destruyen empleos obsoletos, pero así mismo generan nuevos con más productividad (destrucción creativa), y los consumidores no deberían pagar por productos (y por tanto empleos) que no desean consumir más, de lo contrario la cantidad de riqueza producida y por tanto empleos nuevos se reduce al intentar preservar empleos obsoletos (falacia de la ventana rota).