Daniel González Ruiz

[3]​ Su primer oficio fue como cantero, trabajo que realizó, entre otras obras, en la Catedral Nueva de Vitoria.

Posteriormente, evolucionó hacia un estilo que denota una mayor preocupación por el plano y el volumen, con cierta cercanía a la obra de Francisco Pérez Mateo, como se aprecia en Desnudo en bajorrelieve (1931, colección Berta González, Logroño), así como en dibujos y bocetos.

[6]​ Eran obras que denotaban el abandono del realismo por un mayor afán experimental, que ofrecían una interpretación del mundo figurativo con un nuevo lenguaje esquemático, de tendencia abstractizante, en consonancia con la obra desarrollada esos años por la denominada Escuela de París.

En estas últimas denota cierta influencia del art déco, como se aprecia también en el bajorrelieve La danza, realizado para un teatro de Tánger.

También se acercó entonces al funcionalismo del llamado Estilo Internacional, en obras como Las tres gracias, Odaliscas, Toiletes y Maternidades.

Algunos de los bocetos para estas obras, junto a otros dibujos, los publicó en un álbum titulado Ideas, escultura arquitectónica, donde se aprecia también la influencia del arte africano, el expresionismo alemán y el constructivismo.

En esos años realizó también óleos, carbones y acuarelas, preferentemente de paisajes, tanto naturales como urbanos.

[4]​ Entre otras, fueron reseñadas sus maquetas para grandes monumentos, como La raza ibérica, La paz y La lengua castellana.

Mantenía entonces un estudio en París, en la rue du Mont Cenis n.º 13, pero pasaba cada vez mayores estancias en España.

[3]​ Pasada la Guerra Civil, el trabajo como maestra de su mujer les llevó a residir en Guadalajara y Navarra.

En 2001, la Fundación Cultural Mapfre Vida expuso algunas de sus obras en Madrid, en la muestra titulada Un nuevo ideal figurativo.