Otros productos que comían de origen animal eran la miel, la leche y los huevos, por ejemplo.
Entre los animales que consideraban comestibles estaba el caballo y, como en la antigua China, el perro, además del cordero, cabrito, cerdo, pollo, etc. De entre los animales de cacería destacan los entonces abundantes conejos (que dieron nombre a la palabra Hispania, precisamente, que significa 'tierra de conejos'), aves de todo tipo, incluyendo urracas y cuervos, y otros animales como el ciervo y el jabalí, pero también oso, lince (que era más abundante), tejón y gato salvaje, que se continuó comiendo hasta el siglo xv.
La gran capacidad de estos hallazgos[1] en el Ampurdán —en Puig Castellar (Pontós), Alto Ampurdán- hace pensar que seguramente utilizaban los cereales para intercambiar otros productos con los griegos en Ampurias .
Los romanos, por su parte, les alentarían más tarde a seguir produciendo pescado en salazón y lucanica, un embutido que más tarde se convertiría en el salchichón.
Conocían prácticamente todas las técnicas culinarias consideradas básicas hoy en día: con los ingredientes mencionados hacían caldos y sopas y hacían pucheros hirviendo alimentos, como la tradicional ollada de levante.