[2] Esta última, en particular, estuvo presente desde las primeras ideas del proyecto y acompañará a las obras a lo largo de los siglos como una especie de gran aspiración común, deseada y soñada por todos los arquitectos que trabajaron en ellas.Giovanni Battista Lantana, recién salido de la academia y con los estudios frescos, a diferencia de Avanzo, que ya era un maestro experimentado, presentó un proyecto bastante similar pero más moderno y con una mayor atención a la estructura.Por ello, Lantana presentó un nuevo proyecto con planta en cruz griega inscrita en un cuadrado, una gran cúpula central rodeada por cuatro cúpulas menores y un ábside saliente, bastante similar al presentado por Bramante para la basílica de San Pedro pero sin la nave exterior y solo con el ábside del fondo, proyecto que fue acogido favorablemente por la comisión.Por ello, se optó por la solución más económica, es decir, demoler la antigua basílica y construir en su lugar la nueva catedral.De todos modos, este último problema no era tan determinante, ya que la planta en cruz griega, elevada a forma perfecta de la arquitectura religiosa por prácticamente todos los artistas renacentistas más importantes (desde Leonardo da Vinci hasta Bramante o Antonio da Sangallo el Joven), estaba fuertemente arraigada en la ideología sobre el tema, tanto que ni siquiera la Contrarreforma consiguió eliminarla del todo.Esta «batalla» fue ganada por Bagnadore,[2] que asumió el encargo de dirigir las obras, mientras Lantana se quedó para administrar su aspecto económico.La fachada diseñada por Binago es más barroca y está rodeada por dos campanarios, como estaba de moda en la época para los edificios religiosos.Esta última solución, sin embargo, era de nuevo demasiado moderna a ojos de la población y del Ayuntamiento, ya que nunca antes se había visto en Brescia una iglesia con dos torres en la fachada.Es más, si se hubieran construido, habría habido cuatro torres en la plaza: las dos de la catedral, la Torre del Popolo del broletto y el campanario de la catedral vieja, que actualmente no existe porque se derrumbó en 1708.Teóricamente, la idea habría servido para «hacer barroca» la plaza, pero la época no era todavía madura y por ello estas torres nunca fueron construidas.En estos años también se produjo el floreciente obispado del cardenal Ángel María Querini, que daría un fuerte impulso a las obras.También el diseño de la cúpula sufrió algunas modificaciones y fue elevada ligeramente, como era típico hacer en esos años.A la estructura de la cúpula se le adosarían, en su superficie interior, los diferentes elementos del aparato decorativo esculpido en estuco y mármol por Giovanni Battista Carboni a finales del siglo xviii, con la cúpula todavía incompleta.Restaurada en la posguerra, actualmente ha recuperado su aspecto original, aunque se han conservado las muescas en las paredes del ábside.La fachada hacia la Piazza Paolo VI se muestra como el elemento más característico del edificio: realizada en mármol de Botticino, es simétrica y se desarrolla en dos órdenes, siendo el inferior más ancho porque contiene las dos entradas laterales.El interior, majestuoso y solemne, sigue una planta en cruz griega, con una única nave alrededor del amplio crucero, que está coronado por la cúpula.En concreto, esta última se apoya sobre un alto tambor iluminado por amplios ventanales rectangulares, que está sostenido por cuatro pilares embellecidos por ocho altas columnas libres, también de orden corintio, orientadas hacia el vano central.
La cúpula
El
broletto
, la Torre del Pegol y la catedral nueva vistos desde la Piazza del Duomo
Fachada de la catedral nueva
La catedral vieja en una xilografía de Barberis de finales del siglo
xix
Ábside con los santos Faustino y Jovita
Dos de los cuatro pilares que sostienen la cúpula
El altar mayor con el retablo de la Asunción de Giacomo Zoboli
El altar de fondo de la nave izquierda, con el retablo de
Jacopo Palma el Joven
y las estatuas de santa Catalina de Alejandría y santa Cecilia