Debido a que cada tubo produce un solo tono, los mismos se proporcionan en conjuntos llamados rangos, cada uno de los cuales tiene un timbre y volumen comunes en toda la extensión del manual.
La mayoría de los órganos tienen muchos rangos, con distintos timbres, tonos y volúmenes diferentes que el ejecutante del instrumento (llamado organista) puede emplear individualmente o en combinación, mediante el uso de controles llamados registros.
Los distintos registros se accionan mediante unas palancas o botones al alcance de la mano del organista.
Los manuales, la pedalera y los controles para los registros se encuentran en la consola del órgano.
El suministro continuo de viento del órgano le permite sostener notas mientras se presionan las teclas correspondientes, a diferencia del piano y el clavicordio, cuyos sonidos comienzan a disiparse inmediatamente después de presionar una tecla.
A principios del siglo XX, sobre todo en el mundo anglosajón, se instalaron órganos de tubos en los cines para acompañar la proyección de películas durante la era del cine mudo, así como en centros comerciales y en auditorios municipales, donde las transcripciones orquestales eran populares.
Sus primeros predecesores fueron construidos en la antigua Grecia en el siglo III a. C. La palabra órgano se deriva del griego όργανον (organon),[4] un término genérico para un instrumento o una herramienta,[5] que viene del latín organum, un instrumento similar a un órgano portátil utilizado en los antiguos juegos de circo romanos.
[13] Hasta mediados del siglo XV, los órganos no tenían mando de registros.
Él y Frescobaldi son los dos primeros genios de la literatura barroca del teclado.
En España hay numerosas figuras destacables durante todo el periodo, desde Francisco Correa de Arauxo y Juan Cabanilles hasta Antonio Soler (1729-1783), cuya producción organística es la más importante del siglo XVIII en el ámbito iberoamericano.
Sin embargo, la consola debe estar ubicada cerca para que la acción de la tecla permanezca firme y receptiva, pero no es la mejor posición para escuchar el órgano como lo oiría el coro, la congregación o la audiencia.
[24] Dado que la acción no es mecánica, se sacrifica cualquier control sobre el sonido del tubo.
Algunos pueden incluir electroimanes para la configuración, o restablecimiento automático cuando se seleccionan combinaciones.
Cuanto mayor es el tamaño del tubo, más grave será la nota resultante.
Cada división generalmente se toca desde su propio teclado y, conceptualmente, comprende un instrumento individual dentro del órgano.
[31] En lugar de contratar a un ayudante, un organista podría practicar con algún otro instrumento, como un clavicordio o un clavecín.
La mayoría de los órganos, tanto nuevos como históricos, tienen ventiladores eléctricos, aunque algunos instrumentos antiguos todavía se han mantenido con su fuelle en su forma original y pueden operarse manualmente.
[39] La consola está integrada en la caja del órgano o separada de ella en los instrumentos más modernos.
El acoplamiento permite que las notas de diferentes divisiones se combinen para crear varios efectos tonales.
[21] Algunos órganos modernos con mecanismos electrónicos tienen un pedal llamado crescendo, por lo general este dispositivo está ubicado la derecha del pedal de la caja swell, y a menudo esta levantado ligeramente para ayudar a identificarlo "al tacto".
Algunos órganos no tienen pedal de crescendo en absoluto, y su construcción solo es posible gracias a los mecanismos electrónicos más modernos.
El órgano, aparte de ser un instrumento solista, ha tenido otras facetas en las obras, como acompañamiento o realización del bajo continuo.
Entonces, desde 1600 hasta 1750, el órgano esta prácticamente como parte del bajo continuo en todas las obras vocales religiosas, y también, se puede decir la instrumental.
Todos los compositores barrocos hicieron la técnica del bajo continuo, entre ellos, Claudio Monteverdi, Jean-Baptiste Lully, Brutexude, François Couperin, J. S. Bach, etc. Como ejemplos de obras que requieran el apoyo del órgano haciendo el bajo continuo se pueden citar las 200 cantatas sacras de J. S. Bach (1685-1750) o el Gloria RV 589 de Vivaldi (1675-1741).
Véase Categoría:Organistas Hablando de compositores para órgano, el periodo barroco fue el más fructífero para el instrumento, con compositores de gran renombre como Dietrich Buxtehude, Johann Sebastian Bach, Georg Friedrich Händel, Johann Pachelbel y Antonio Vivaldi, del romanticismo Mozart, Franz Liszt, Robert Schumann, Alexandre Boël, Felix Mendelssohn, Anton Bruckner, Bartholdy, Léon Boëllmann, Johannes Brahms y César Franck.
Del siglo XX tenemos a Charles-Marie Widor, Jehan Alain, Olivier Messiaen, Francis Poulenc, Jeanne Demessieux y Marcel Dupré.
Como intérpretes se pueden destacar a Albert Schweitzer, Lionel Rogg, Helga Schauerte-Maubouet, Diane Bish, Virgil Fox y Adelma Gómez.
Un interesante ejemplo son las piezas contemporáneas de órgano compuestas por Hans Zimmer para la película Pirates of the Caribbean: Dead Man's Chest, donde dedica dos temas al antagonista de la película Davy Jones y su mascota el Kraken, lo interesante aquí es que el órgano ha sido llevado a una nueva faceta: una partitura que no incluye pedales y además tiene un amplio apoyo de instrumentos digitales para orquesta.
Otro ejemplo del uso del órgano en bandas sonoras en videojuegos es Tri-Ace en la mayoría de sus videojuegos actuales, como Star Ocean o Baten Kaitos (este último desarrollado por Tri-Crescendo, compañía gemela de Tri-Ace que desarrolla las bandas sonoras).
El célebre músico que compone las obras es Motoi Sakuraba, conocido por crear las BSO de numerosos RPJ's.