En un principio, no hubo resistencia militar, por lo que Hidalgo fue proclamado en Celaya Capitán General de América.
Mientras tanto, el comandante militar de San Luis Potosí, Félix María Calleja, organizaba un ejército para combatir a los insurrectos.
Tras salir de San Luis Potosí, entró a Dolores y saqueó la casa del cura Hidalgo.
Hidalgo marchó con una parte del ejército a Valladolid, donde se cometieron matanzas de españoles durante esa época.
El mismo día que Hidalgo llegó a Guadalajara, Calleja y Allende se enfrentaban en Guanajuato.
Se calcula que el resto eran unos 100 000 hombres sin orden ni preparación, de los cuales 20 000 eran jinetes, todos mal armados.
[11] La mañana del 17, Hidalgo afirmó: «Hoy desayunaré en Puente de Calderón, comeré en Querétaro y cenaré en México».
Sin embargo, los insurgentes se confundieron y desesperaron por la explosión de una granada española en las municiones mexicanas.
Los realistas españoles sacaron provecho de eso, se dedicaron a perseguir al enemigo que huía abandonando hombres y pertrechos.
Nunca más Hidalgo o Allende lograrían reunir un ejército que amenazara la estabilidad del virreinato, y dos meses después cayeron prisioneros en su huida al norte.
Con esa batalla terminó la enorme oleada insurreccional que había comenzado cuatro meses antes en el pueblo de Dolores.