No sólo era funcionario de Puebla, ya que a su cargo estaba también Tlaxcala, así como 16 alcaldías.
En él mencionaba las lamentables condiciones en las que vivía la zona de Cholula y la decadencia en la industria del algodón.
El documento ofrece información sobre la propiedad de Cholula, donde se registraban 39 haciendas, 19 ranchos y 4 molinos.
Al finalizar el escrito, informó del trabajo que le había costado el informe, ya que en la provincia no existían “apuntadores” que llevaran el registro puntual de las hipotecas, tal como se había dispuesto en 1784, y los dueños no registraban en sus títulos las cargas y gravámenes.
No obstante, se vio afectada por el carácter bárbaro y sanguinario que desplegó con tanta ferocidad como parte del ejército español.
Iniciando el ataque, su caballería avanzó hasta rebasar la línea insurgente, haciendo retroceder al enemigo.
No obstante, poco tiempo después Miguel reinició el ataque y fue recibido por una lluvia de piedras que arrojaron los indios honderos desde lo alto.
Después de seis largas horas de una larga lucha, los insurgentes tenían mejor posición que los realistas, y el triunfo parcial era probable que se convirtiera en definitivo.
Por ello, Calleja decidió probar suerte y lanzar un nuevo ataque con todas sus tropas de manera más compacta.
Asimismo, a las fuerzas del Coronel Flon le dio vida ordenando que los diez cañones se formaran y que avanzaran sin hacer fuego hasta estar cerca del enemigo.
Las llamas se acercaban cada vez más a los insurgentes por el viento que soplaba hacia ellos.
Entre el fuego realista existía desconcierto de los insurgentes, por lo que al retroceder se atropellaban unos a otros.
Finalmente, los realistas después del triunfo hicieron alto y no hicieron nada más por el resto del día, ya que habían logrado ganar una batalla que parecía perdida.