Así, cualquier labor cotidiana trasciende su esencia material para significar una manifestación espiritual, la cual queda reflejada en el movimiento y el paso ritual del tiempo.
[15] Por último, en época moderna –iniciada con el período Edo–, aunque perduran los conceptos anteriores se introducen algunas nuevas categorías estéticas, relacionadas con las nuevas clases urbanas que surgen a medida que Japón se va modernizando: el sui es una determinada finura de corte espiritual, hallada principalmente en la literatura de Osaka; iki es una elegancia honesta y directa, presente sobre todo en el teatro kabuki; el karumi es un concepto que ensalza la ligereza como cualidad esencial bajo la cual se alcanza lo «profundo» de las cosas, reflejada especialmente en la poesía haiku; el shiori es una belleza nostálgica; el hosomi es una delicadeza que llega hasta la esencia de las cosas; y el sabi es la belleza simple, despojada, sin adornos ni artificios, ensalzando valores como la pobreza y la soledad.
La clasificación realizada por el arqueólogo Charles T. Keally es la siguiente: Durante el mesolítico y el neolítico Japón se mantuvo aislado del continente, por lo que toda su producción fue autóctona, aunque de escasa relevancia.
El edificio principal (Shoden) es de planta alzada y tejado a dos aguas, sobre nueve columnas, al que se accede por una escalera exterior.
A esta época pertenece igualmente el Kinpusen-ji, el templo principal del shugendō, una religión ascética que combina el sintoísmo, el budismo y creencias animistas.
Estas técnicas permitían igualmente un montaje en serie, y se desarrollaron con gran éxito en la escuela Kei del período Kamakura.
Junto a otros elementos como glicinas, orquídeas, peonías, bambú, la luna, la niebla, el mar, la lluvia, etc, se creó en esta época la más típica imaginería paisajística japonesa.
Pese a ello, la influencia china continuó en edificios públicos y oficiales, ya que estaba ligada al prestigio funcionarial.
[44] Durante este periodo el shōgunato fue ostentado por los Ashikaga, cuyas luchas internas favorecieron el creciente poder de los daimyō, que se repartieron el territorio.
La influencia occidental introdujo la pintura al óleo y el uso de la perspectiva, aunque en general no tuvieron mucho éxito en el arte tradicional japonés.
Esta escuela dio varios artistas de gran calidad: Ikeno Taiga, Yosa Buson, Uragami Gyokudō, Aoki Mokubei, Tani Bunchō, Gibon Sengai, Hakuin Ekaku, etc.[59] En Kioto nació otra interesante escuela pictórica, fundada por Maruyama Ōkyo, que combinó diversas técnicas e influencias, desde la china hasta la occidental, que conoció a través de grabados holandeses.
La seda estaba al alcance tan solo de las clases altas, mientras el pueblo vestía en algodón, confeccionado según la técnica indonesia ikat, hilado por secciones y teñido en color añil alternado con el blanco.
Surgió así en Occidente el llamado japonismo, desarrollado principalmente en la segunda mitad del siglo XIX sobre todo en Francia y Gran Bretaña.
Algunos de los principales artistas que recibieron esta influencia fueron: Édouard Manet, James Abbott McNeill Whistler, James Tissot, Mary Cassatt, Pierre Bonnard, Georges Ferdinand Bigot, Claude Monet, Edgar Degas, Pierre-Auguste Renoir, Camille Pissarro, Paul Gauguin, Henri de Toulouse-Lautrec, Vincent van Gogh, Gustav Klimt, etc.[65] En el período Meiji (1868-1912) se inició una profunda renovación cultural, social y tecnológica en Japón, que se abrió más al exterior y empezó a incorporar los nuevos adelantos conseguidos en Occidente.
Surgió entonces una nueva generación de arquitectos encabezada por Kenzō Tange, que adaptó el estilo racionalista a la especial sensibilidad artística nipona.
La construcción del Ayuntamiento de Tokio (1955-1956), edificado sobre los clásicos pilotis lecorbusierianos, generó cierta polémica en el ámbito cultural nipón, aunque Tange incluyó un jardín tradicional japonés bajo el edificio.
[75] Kazuyo Sejima trabajó para Toyō Itō hasta que fundó su propio estudio en 1987, abordando en su obra el uso de materiales alternativos como el vidrio, el plástico y el tejido sintético (Platform II, Yamanashi, 1989).
[76] Por último, Riken Yamamoto también ha experimentado con materiales industriales, al tiempo que reinterpretaba elementos de la arquitectura vernácula (viviendas colectivas Hotakubo, Kumamoto, 1991).
La pintura de corte europeísta se nutrió en principio de las técnicas y temáticas vigentes en Europa a finales del siglo XIX, vinculadas principalmente al academicismo –como en el caso de Kuroda Seiki, que estudió nueve años en París–, pero más adelante siguió las distintas corrientes que se fueron produciendo en el arte occidental: el grupo Hakubakai recogió la influencia impresionista; la pintura abstracta tuvo como figuras principales a Takeo Yamaguchi y Masanari Munai; entre los artistas figurativos destacaron Fukuda Heichachirō, Tokuoka Shinsen y Higashiyama Kaii.
[78] En el período Taishō predominó el estilo yōga sobre el nihonga, aunque el aumento en la utilización de la luz y la perspectiva occidentales disminuyó las diferencias entre ambas corrientes.
Así como el nihonga adoptó en buena medida las innovaciones del postimpresionismo, el yōga manifestó una inclinación por el eclecticismo, surgiendo una gran diversidad de movimientos artísticos divergentes.
Aun así, a finales de los años 1970 hubo un retorno al arte tradicional japonés, en el que veían una mayor expresividad y fuerza emocional.
Otros artistas destacados del Japón contemporáneo son: Chuta Kimura, Leiko Ikemura, Michiko Noda, Yayoi Kusama, Yoshitaka Amano, Shigeo Fukuda, Shigeko Kubota, Yoshitomo Nara,[87] Takashi Murakami,[88] Mariko Mori[89] y Hiroshi Sugimoto.
Del período Muromachi cabe destacar el Tsurezuregusa (Ensayos en ocio), de Yoshida Kenkō, y el Sannin Hoshi (Los tres sacerdotes), anónimo.
[93] En época contemporánea la literatura ha recibido -como en el resto de las artes- la influencia occidental, perceptible desde finales del siglo XIX en el influjo ejercido por autores como Victor Hugo y Lev Tolstói, principalmente en novelistas como Mazamune Hakucho, Kafū Nagai, Natsume Sōseki, Morita Sohei, Yasunari Kawabata (premio Nobel de literatura en 1968), etc.
Entre los principales escritores contemporáneos se encuentran: Yukio Mishima, Kōbō Abe, Shintarō Ishihara, Ito Sei, Murō Saisei, Miki Rofu, Satō Haruo y Kenzaburō Ōe (premio Nobel en 1994).
[98] El cine japonés aúna la moderna tecnología con la temática tradicional, con un particular sentido estético que otorga gran importancia a la lírica visual.
Posteriormente han destacado directores como Nagisa Ōshima, Hiroshi Inagaki, Kon Ichikawa, Masaki Kobayashi, Shohei Imamura, Kinji Fukasaku, Hayao Miyazaki, Takeshi Kitano, Takashi Miike, Mamoru Oshii, Hirokazu Koreeda, etc.[99] Japón es el centro productor del manga, un género de historieta que ha tenido gran éxito a nivel internacional desde los años 1980.
Entre los principales creadores de estos últimos años destacan: Fujio Akatsuka, Tetsuya Chiba, Riyoko Ikeda, Shigeru Mizuki, Gō Nagai, Keiji Nakazawa, Monkey Punch, Tsukasa Hōjō, Ryōichi Ikegami, Masakazu Katsura, Mitsuru Adachi, Jirō Taniguchi, Takehiko Inoue, Eiichirō Oda, Masashi Kishimoto, Masami Kurumada, Naoko Takeuchi, Chiho Saito y Hiro Mashima.
Posteriormente surgieron videojuegos de tanto éxito como Tennis, Dragon Quest, The Legend of Zelda o Final Fantasy.