En su accionar político la Alianza Libertadora Nacionalista mantenía en sus inicios el saludo fascista, sus militantes utilizaban uniformes de camisa gris con un correaje de cuero y su símbolo era un cóndor negro en un cielo azul tras un fondo rojo, sosteniendo un martillo y una pluma en sus garras, que simbolizaba la unión de los intelectuales y los trabajadores.
También rechazaba por igual el comunismo y el capitalismo promoviendo la instauración de un Estado corporativo autoritario.
Mantuvo una relativa autonomía frente al peronismo[1] hasta que en los años 50 cuando Guillermo Patricio Kelly desplaza a Queraltó, la organización queda completamente subordinada al gobierno de Perón.
La Legión se declaró integrada por "hombres patriotas" que encarnaran "el espíritu de la revolución de septiembre y que estuvieran moral y materialmente dispuestos a cooperar en la reconstrucción institucional del país".
Se sabe que el movimiento cometió actos de violencia contra sus opositores políticos y torturó a los capturados.
La Legión Cívica, si bien existió hasta 1940, perdió importancia inmediatamente a la muerte de Uriburu.
El gobierno de Justo que le reemplazó no veía bien al nacionalismo ortodoxo y a su hermandad con el fascismo.
En las elecciones de 1946, que verán el triunfo del candidato Juan Domingo Perón a la presidencia del Estado argentino, la Alianza Libertadora Nacionalista aunque siendo el más importante de los movimientos nacionalistas, sólo obtuvo unos treinta mil votos en las escasas circunscripciones electorales.
Entre los militantes se contaban Guillermo Patricio Kelly (quien llegó a presidirla),[15] acompañado por su mano derecha Héctor Luis del Río, Jorge Ricardo Masetti, Rogelio García Lupo y, fugazmente, a Rodolfo Walsh, de quienes consiguió el dinero para publicar Operación Masacre.
[16][17] Los resultados no fueron alentadores, pues en las cuatro circunscripciones en las que habían competido obtuvieron el 4% de los votos, y menos del 1% en la provincia de Buenos Aires, y ningún candidato fue electo.
Queraltó, esforzándose por mantener a flote el movimiento sin renunciar a su autonomía, ocupó una posición muy inconveniente, acusado, por un lado, de complacencia por quienes se oponían a Perón con criterios nacionalistas, y criticado, por otro, por quienes apoyaban al General Perón y quería un alineamiento incondicional de la ALN con la línea peronista.
En esa ocasión, Perón declaró:“La Argentina es una parte del continente americano e, inevitablemente, se agrupará junto a Estados Unidos y las demás naciones americanas en todo conflicto futuro”.
[18]Esto motivó que los aliancistas, bajo la consigna "Patria Sí, Colonia No" invadieran las calles de Buenos Aires y provocaran disturbios durante varios días, intentado la quema de distintos cines.
El gobierno peronista les proporcionaría recursos para esas acciones, además de asegurarles la colaboración policial, liberando zonas para sus atentados.
De modo pues que como afirma Roberto Bardini "la organización acaudillada por Juan Queraltó se había convertido en un estorbo para el gobierno peronista."
En el primer piso, los últimos militantes aliancistas habían colgado una pizarra con una leyenda desafiante: "Si quieren el cadáver de Ingalinella, vengan a buscarlo".
Inmediatamente después de eso los militantes nacionalistas comenzaron a disparar sobre los camiones del Ejército.
[22] Los mismos militantes, posteriormente, intentaron crear un mito inspirador en este ataque, llegando a hacer circular rumores sobre decenas o cientos de muertos, hasta 400 en algunas versiones.
Por lo demás, en ese momento sólo había 17 personas en el local de San Martín y Corrientes".
Cabe señalar que esta preocupación por la cuestión indígena se manifestó desde los inicios del nacionalismo argentino.
Esta cuarta etapa del diario Alianza traerá de vuelta a la agenda aún otros temas, ya queridos por la vieja ALN, como el revisionismo histórico, la defensa de la soberanía nacional, la afirmación del nacionalismo, y los ataques contra los judíos y contra el comunismo en general.
El movimiento estuvo fuertemente influenciado por el fascismo, con sus miembros utilizando el saludo romano, vistiendo uniformes de estilo fascista y marchando en formación militar.
En 1936, su líder el General Juan Bautista Molina reorganizó la milicia tomando como base la organización del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.
El movimiento también abogó por el irredentismo contra los vecinos del país, Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia y Brasil.
Era violentamente antisemita, con su diario Combate emitiendo un "mandamiento" a sus miembros: "Guerra contra el judío.