En la actualidad, la palabra perfume se refiere al líquido aromático que usa una persona, para desprender un olor agradable.Cuando vendían estos productos en Europa, lo hacían con ese nombre, y así perfume sería adaptado a otros idiomas, en especial durante el siglo XVI.Los aromas de la naturaleza han acompañado al ser humano siempre: las flores, el mar, los árboles... Ramón Planas y Buera del Museo del Perfume de Barcelona sostiene que todo comenzó en la prehistoria, el día que el hombre primitivo encendió una hoguera para calentarse o para alejar las fieras que pudieran acecharle y, por pura casualidad, encendió algunas ramas o resinas de un árbol y éstas comenzaron a desprender un olor agradable, un olor inédito que nunca antes había sentido nadie.Los sacerdotes literalmente fumigaban sus oraciones con perfumes –que ellos mismos elaboraban-, empleando olores fortísimos que favorecían la elevación del espíritu: mirra, resina de terebinto, gálbano, olíbano, ládano...Así creían obtener la protección de los dioses y se aseguraban el paso al más allá.Justamente esta creencia es la que explica la práctica del embalsamamiento: conservar intacto el cuerpo en sustancias imputrescibles y perfumadas para entrar así al cielo de los egipcios.Los vendedores de perfumes griegos los anunciaban como fabricados con esencias provenientes directamente del Olimpo.A través del Mediterráneo, los griegos exportaron sus costumbres desde el Cercano Oriente hasta España, y esto incluyó su amor por los perfumes.Antes de la batalla o en los regresos victoriosos, se humedecían los estandartes de las legiones con fuertes fragancias y también era común perfumar salones, vestidos, teatros, armas y hasta los animales, sin mencionar cualquier ceremonia religiosa, casamiento o entierro.Se cuenta que el emperador Nerón durante sus banquetes más selectos, hacía caer desde el techo miles de pétalos de las más variadas y exóticas flores a la vez que soltaba pájaros con sus alas embebidas en perfumes, para que la fragancia se esparciera durante el vuelo (recordemos que su mujer, Popea, amaba bañarse en leche de burra, obligando a trasladar durante sus viajes a casi trescientos de estos animales para ser ordeñados cada mañana).Los bizantinos son quienes recogen la antorcha dejada por los romanos en lo que respecta a los imperios; en el arte de la perfumería no sería arriesgado decir que superaron a la propia Roma (tal vez por el simple hecho de tener mano de obra con tradición perfumista o por contar con las materias primas más cerca).Utilizando alambiques para destilar alcohol como soporte de las esencias, elaboraron refinados perfumes como el almizcle, la algalia y el Agua de Rosas, por nombrar los más amados y requeridos en toda la Edad Media.Pero pronto veremos que las viejas mañas son difíciles de dejar a un lado.Es tan común entre las damas no bañarse como ponerse en las axilas y entre los muslos esponjas perfumadas.Empleando técnicas orientales, Venecia produjeron los primeros frascos de vidrio soplado, pero muchos vidrieros italianos emigraron a Alemania y Bohemia, encontrando ahí un cuarzo bastante duro que les permitió tallar, grabar, pulir y decorar sus envases.Una curiosidad: la moda imponía el uso de guantes y estos indefectiblemente debían estar perfumados.[4] El perfume es una mezcla que contiene sustancias aromáticas, pudiendo ser éstas aceites esenciales naturales o esencias sintéticas; un disolvente que puede ser sólido o líquido (alcohol en la mayoría de los casos) y un fijador, utilizado para proporcionar un agradable y duradero aroma a diferentes objetos pero, principalmente al cuerpo humano.Los aceites esenciales son sustancias orgánicas, líquidas aunque algunas veces sólidas, de olor y sabor acres, irritantes e incluso cáusticas.La mayor parte de las esencias ya existen completamente formadas en la planta o vegetal; sin embargo, otras no preexisten sino que se forman por la acción del agua sobre determinadas partes del vegetal por cuya acción se combinan ciertos elementos que se encuentran en las células y determinan la formación de la esencia.[5] Los fijadores que aglutinan las diversas fragancias incluyen bálsamos, ámbar gris y secreciones glandulares de ginetas y ciervos almizcleros (estas secreciones sin diluir tienen un desagradable olor, pero en solución alcohólica actúan como conservantes).En la actualidad, estos animales están protegidos en muchos países, por lo que los fabricantes de perfumes utilizan almizcle sintético.Cada frasco actúa como una tecla de este instrumento simbólico, permitiendo crear fragancias únicas.Desde entonces, este mueble ha sido un elemento emblemático en la perfumería tradicional, aunque en la actualidad muchos laboratorios lo han sustituido por software especializado para manejar fórmulas con precisión.[28] La evidencia en revistas científicas revisadas por pares muestra que algunas fragancias pueden causar reacciones asmáticas en ciertas personas, especialmente aquellas con asma grave o atópica.Sin embargo, esto puede ser engañoso, ya que el daño causado por muchas de estas sustancias químicas (ya sean naturales o sintéticas) depende de las condiciones ambientales y sus concentraciones en el perfume.Además, la furanocumarina presente en extractos naturales de pomelo o apio puede causar reacciones alérgicas graves y aumentar la sensibilidad a la radiación ultravioleta.[42] El Bálsamo del Perú se utiliza como marcador para la alergia al perfume.
Perfumero de María Antonieta de Francia (esposa de Luis XVI).
CHANEL No5
perfume "hot sensation" de Plaisance.
Una maqueta de un órgano de perfumes (carece de una báscula). El órgano es el lugar donde tradicionalmente un perfumista trabaja en la composición de varios perfumes, sin embargo, el pesaje y mezcla de las muestras de perfume ahora se hace principalmente por técnicos en empresas especializadas.
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Agua de colonia
(1868).
Esta infografía explica las diferencias entre concentraciones de fragancias