Los componentes se llevan a la temperatura en un horno que generalmente tiene la forma de cúpula y que tiene tres partes: La pasta vítrea está en contacto con el exterior por una abertura dispuesta alrededor del horno, en primer lugar se le da a la pasta una forma cilíndrica y posteriormente el operario toma una pequeña cantidad de pasta con la caña que suele tener entre un metro y un metro cuarenta y cinco de longitud, y a través de ésta el artesano comienza a soplar para darle al objeto la forma deseada, de manera que el objeto no pierda nunca la maleabilidad que le produce el calor del horno.Añadiéndole diversos minerales durante el fundido se obtenían cuentas de diferentes colores, tamaños y formas.Se desconoce con precisión el origen de esta técnica, los datos más antiguos conocidos se remontan a la zona de Siria, hacia el siglo I a. C., difundiéndose por todo el Mediterráneo, a través del Imperio Romano.Actualmente se emplean dos tipos principales de vidrio para la técnica del soplado: En ambos las técnicas son artesanales, y requieren de una gran destreza, dada la fragilidad y elevada temperatura del vidrio.[cita requerida] Es un tipo de vidrio más resistente que el vidrio común, con una resistencia química muy buena al agua, ácidos (menos al ácido fluorhídrico y fosfórico caliente), soluciones de sal y disolventes orgánicos.[2] Para dar forma al volumen interior, muchas veces se utiliza un tubo metálico que perfora el cristal, y se infla a pulmón, debiendo calibrar el artesano el aire necesario según el diámetro de la burbuja o la forma que quieran hacer.Una vez introducida la caña se le da vueltas al tubo sobre su propio eje para poder obtener la mayor cantidad de vidrio según la pieza a fabricar.
Soplador de vidrio Romeo Lefebvre en su taller de
Montreal
de 1942.