Es el segundo hermano de la familia Gálvez y el que llegó a tener mayor influjo político, llegando a ser secretario del Despacho de Indias.
[2][3] Su infancia pasó entre las labores del campo y la asistencia a la escuela del vecino pueblo de Benaque, hasta que el obispo de Málaga, Diego González del Toro y Villalobos, en visita pastoral en 1733, quedó impresionado por su capacidad y decidió llevárselo a Málaga y que estudiase en el seminario de la ciudad.
[5] Cuando subió al trono Carlos III, su ministro Jerónimo Grimaldi lo hizo su secretario personal, en la Secretaría de Estado.
[5] En 1762 se lo nombró abogado de Cámara del príncipe Carlos (futuro Carlos IV) y en 1764, alcalde de Casa y Corte; estos dos cargos fueron claves en su ascenso en la corte.
[7] Su misión consistía tanto en asegurar la estricta aplicación de las leyes en el virreinato como en recopilar suficiente información para mejorarlas si resultaba necesario.
[7] Entre las instrucciones secretas que recibió, se encontraba la de investigar detenidamente la actividad del virrey, al que se había acusado de distintas malas prácticas.
[16][15] Aplastadas las revueltas, Gálvez retomó su plan para realizar una campaña contra los indios de la frontera norte del virreinato, que deseaba realizar tanto para realzar su perfil militar como para asegurar la zona y garantizar que allí también se aplicasen las reformas que impulsaba.
[17] El principal objetivo militar era el sometimiento de los seris, sibubapas, piatos y apaches y, en especial, acabar con el reducto seri en Cerro Prieto, desde el que estos talaban la región.
[19] De allí, las tropas avanzarían hacia Sonora y Sinaloa.
[24] Gálvez estableció una base naval en San Blas (Nayarit) en 1769, donde después fundó una Escuela Náutica, así como un centro astronómico, cuya dirección encargó a Joaquín Velázquez y Cárdenas de León.
Desde San Blas, el visitador organizó una expedición a la Alta California, con la intención de asentar población, consolidar la frontera y prevenir la expansión rusa desde sus colonias en Alaska.
[6] Satisfecho el rey con su desempeño en América, le permitió ingresar en la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III.
[27] Estos eran principalmente reforzar las fuerzas armadas, tanto terrestres como marítimas, aumentar los ingresos de la Hacienda real y llevar a cabo una política exterior enérgica.
Por ese motivo se decidió incorporar también la rica región minera del Alto Perú (actual Bolivia).
[33] Durante su visita a la Nueva España propuso la división en intendencias del virreinato —sistema que ya estaba vigente en la península ibérica—,[34] proyecto al que se opuso el virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa.
[34] En 1785, fundó la Real Compañía de Filipinas, con la que pretendía fomentar el comercio asiático, y convirtió a Manila en puerto franco.
Durante su mandato se realizaron también varias expediciones científicas, tres en América y una en Filipinas.
Su objetivo a corto plazo, político —obtener información para la canonización de un obispo que había tratado de limitar la influencia de las órdenes religiosas en un momento en que se pretendía hacer lo propio con los jesuitas y contrarrestar la propaganda antiespañola—, llevó a la creación del archivo.
[42] Fue el secretario de asuntos americanos que más poder y prestigio tuvo en la historia del imperio.
[45] Este elogió vivamente las acciones de Gálvez, llegando a afirmar: «crea V.
En 1785, desempeñó un papel importante en las negociaciones con la Corona portuguesa, que concluyeron con un doble matrimonio entre las dos casas reales: un hijo de Carlos III casó con una infanta portuguesa y una española —hija del príncipe de Asturias— casó con el que terminó siendo rey de Portugal, Juan VI.