Sus abuelos paternos, Hermann Christian y Fanny Wittgenstein (que era una prima primera del famoso violinista Joseph Joachim[4]), eran ambos nacidos en familias judías pero más tarde convertidas al protestantismo y, después de que se trasladaran de Sajonia a Viena en los años 1850, se asimilaron a las clases profesionales protestantes vienesas.El padre de Ludwig se convirtió en empresario industrial e hizo su fortuna dentro del sector siderúrgico.[6] Creció en un hogar que proporcionaba un ambiente excepcionalmente intenso para la realización artística e intelectual.Otra no tan afortunada herencia que pudo haber tenido fue la tendencia al suicidio: tres de sus cuatro hermanos varones se quitaron la vida.Cursó sus estudios a principios del siglo XX en la escuela secundaria de Linz, la Realschule Bundesrealgymnasium Fadingerstrasse.Según dicha escritora, el joven Ludwig era el niño judío al que posteriormente se referirá Adolf Hitler en su obra Mein kampf (Mi lucha), aunque esta teoría está en disputa.[8] El primer interés intelectual de Wittgenstein no fue la filosofía sino la ingeniería.Estando en Inglaterra se interesó por la filosofía de las matemáticas y entró en contacto con Bertrand Russell, con quien comenzaría una tormentosa relación.Sin embargo, este ambiente inglés es el que lanzó su carrera intelectual, con amigos como George Moore o los economistas John Maynard Keynes[9] y Piero Sraffa.Mantuvo una posición muy crítica sobre sus colegas filósofos e incluso sobre lo que podían opinar de él otras figuras del ámbito científico: En 1919 renunció a la parte de la fortuna familiar que había heredado cuando su padre murió.Varios años después, tras algunos traspiés, Wittgenstein volvió a enseñar y filosofar, pero con un espíritu muy distinto al que guio su trabajo anterior.Es el principal texto en que Wittgenstein expresa su pensamiento del llamado "primer período".El Tractatus es un texto complejo que se presta a diversas lecturas.La tesis fundamental del Tractatus es esta estrecha vinculación estructural (o formal) entre lenguaje y mundo, hasta tal punto que «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo» (Tractatus: § 5.6).Los hechos son "estados de cosas" (Sachverhalt), o sea, objetos en cierta relación (Tractatus: §§ 2-2.01).[12] "El libro está sobre la mesa", trascrito a lenguaje lógico, se expresa: "aRb".Una proposición será significativa, o tendrá sentido (del alemán Sinn), en la medida en que represente un estado de cosas lógicamente posible.La realidad es aquello que se puede describir con el lenguaje (en este sentido, se aprecia que la realidad en el Tractatus es una imagen que resulta de un lenguaje descriptivo, y no una realidad en sí; por eso los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo).En efecto, el Tractatus no describe hechos posibles ni hechos del mundo, sino que habla del lenguaje y de la lógica que rige nuestro pensamiento y nuestro mundo, etc.La lógica establece cuál es el límite del lenguaje, del pensamiento y del mundo, y de ese modo se muestra el propio límite, que ya no pertenece al mundo, quedando fuera de ese ámbito de lo pensable y expresable.Análogamente, tal y como se apunta hacia el final del Tractatus, la ética (o sea, aquello que trata de hablar sobre lo que sea bueno o malo, lo valioso, el sentido de la vida, etc.) es también inexpresable y trascendental (Tractatus: §§ 6.4-6.43).Para Wittgenstein, un lenguaje es un conglomerado de juegos, los cuales estarán regidos cada uno por sus propias reglas.La razón está en que el único criterio para saber que seguimos correctamente la regla está en el uso habitual de una comunidad: si me pierdo en una isla desierta, y establezco un juego para entretenerme, al día siguiente no puedo estar seguro de si cumplo las mismas reglas que el día anterior, pues bien podría fallarme la memoria o haber enloquecido.Cuando hacemos filosofía, nos enredamos en un juego de lenguaje cuyas reglas no están determinadas, ya que es la propia filosofía la que pretende establecer esas reglas; es una suerte de círculo vicioso.
La hermana de Ludwig, Gretl, pintada por
Gustav Klimt
para su retrato de boda en 1905.