Su obra más conocida es la "Mano-Silla", una silla-escultura diseñada para poder sentarse en la palma usando los dedos de respaldo y reposabrazos.
Friedeberg tiene una reputación de excéntrico y afirma que el arte ha muerto porque no se produce nada nuevo.
[2] Sus padres huyeron de Europa al estallar la Segunda Guerra Mundial y llegaron a México cuando Friedeberg tenía 3 años.
[3] No creció con la religión judía sino con el ateísmo, aunque una vez fue llevado por un sirviente a una iglesia en secreto para ser bautizado.
Friedeberg afirma que, gracias a todas esas experiencias, tiene siete religiones: una para cada día de la semana.
[3][4] Friedeberg estudió por un tiempo en Boston antes de inscribirse a la Universidad Iberoamericana, en 1957, para estudiar arquitectura.
[4] Se decidió por esa carrera tanto por su propio interés como por presiones familiares, pero sólo llegó hasta el tercer año.
Él prefería los trabajos de Antoni Gaudí, creando planos circulares, y así empezó a hacer edificaciones excéntricas, como edificios con techos en forma de alcachofas y rascacielos con peras en las puntas, diseños que ocasionaron que reprobara.
[3][5] Sin embargo, su tiempo como estudiante en la Universidad Iberoamericana le permitió conocer al artista Mathías Goeritz, quien apreciaba su trabajo.
[2] Después, junto con Javier Girón organizó un “movimiento” llamado “Chinchismo”, derivado de chinche.
[3] En el año de 1969, Friedeberg conoció a Diego Matthai Springer, hoy en día un reconocido arquitecto, diseñador y artista, que estudió de igual manera en la Universidad Iberoamericana, con quien sostiene, hasta la actualidad, una gran amistad.
[7] Afirma consultar el I Ching diario y tener una colección de santos.
Los martes, dibujo una o dos volutas y tal vez un frontón, si estoy de humor.
[6] Friedeberg se ha casado cuatro veces; su tercera esposa fue la condesa polaca Wanda Gonzaga Sevilla Zamoyska,[7] matrimonio que duró doce años y que Friedeberg describe como "surrealista", "un circo" y "loco pero cansado".
[4] Comenzó a diseñar muebles en los sesenta, rechazando el estilo dominante internacional de la arquitectura.
Durante los sesenta, tuvo dieciséis exhibiciones en México, Francia, Nueva York, Portugal y en la Unión Panamericana, en Washington D. C., en 1963.
[9] Estos libros incluyen su autobiografía publicada en México, con el título De vacaciones por la vida, Memorias no autorizadas editada por Trilce y Conaculta.
[2][4] A veces, se ha inspirado en planos arquitectónicos para crear diseños inusuales, e inclusive ha utilizado objetos inútiles, resultado de su aburrimiento.
[11] Pertenece a un grupo de artistas surrealistas mexicanos del siglo XX, entre los que se incluyen Gunther Gerzso, Mathias Goeritz, Alice Rahon, Kati Horna, Leonora Carrington, Remedios Varo y Paul Antragne, cohesionados en un grupo conocido como “Los Hartos”.