Según los mismos se instalarían en territorio español cinco bases militares estadounidenses a cambio de ayuda económica y militar.
Para el régimen franquista supusieron, junto con el concordato con la Iglesia católica firmado un mes antes, la integración definitiva en el bloque occidental tras el aislamiento que había padecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial por su vinculación con las potencias del Eje.
Así, el estallido de la «Guerra Fría» acabó favoreciendo al régimen franquista, al tener España un nuevo valor estratégico para el bloque occidental ante un posible ataque soviético contra la Europa que no controlaba el Ejército Rojo.
Este se limitó a dar las gracias pero al mes siguiente el Senado, a propuesta del demócrata Pat McCarran —miembro del Spanish Lobby creado por José Félix de Lequerica, representante oficioso del gobierno español en Washington—, autorizó al Export-Import Bank a conceder a España un crédito de 62,5 millones de dólares.
[11] Hubo instalaciones con presencia estadounidense en las localidades de Constantina,[14] El Frasno,[15] Villatobas,[16] Sonseca,[17] Rosas,[18] Estartit,[19] Alcoy,[20] Elizondo,[21] Sóller[22] y Mañón.
[24] Así España se convirtió «en satélite estratégico, más que aliado formal, de los Estados Unidos».
Pero, si el Movimiento Nacional debía seguir gobernando España, no quedaba otra que continuar vinculados a tan poderoso protector».
[25] Un punto de vista similar es el que sostiene Stanley G. Payne: «No hay duda de que esta relación fortaleció la imagen del Régimen en el interior del país y en el exterior.
Sin embargo, había una oposición bastante fuerte a este acuerdo dentro de España, aunque no podía expresarse libremente.