En época islámica la ciudad comienza a configurar su fisonomía como núcleo de población compacto.
Al oeste, en este ámbito central se crea una nueva colación, unificando las tres antiguas colindantes, que estaría presidida por la iglesia de Santa María de la Encarnación.
La colmatación de este espacio central se realiza durante los siglos XVII y XVIII.
Durante la Guerra Civil se produjeron una gran cantidad de crímenes políticos en el pueblo.
En una apreciación global, esta población constituye, en su conjunto, un marco compacto y homogéneo con calidades estéticas de gran valor.
Incluidas en esta parte del tejido urbano se conservan instalaciones de industrias destinadas a la transformación de recursos naturales, básicamente los relacionados con el vino, el olivo y cárnicas, destacando fábricas de anisados y bodegas familiares que conservan lagares y prensas.
Otros monumentos destacados son la torre del reloj y el barrio de la morería.
El conjunto se articula en torno a un gran patio de armas y un aljibe semienterrado de grandes dimensiones; protegiéndolos se eleva un muro con ocho torres.
La entrada era acodada y estaba protegida por la torre del homenaje, de mayor tamaño que las demás y que controlaba la población al pie del cerro.
Las últimas modificaciones del edificio fueron introducidas por Rodrigo Ponce de León durante el siglo XV, quien posiblemente mandó erigir un antemuro adelantado.