En 1359, debido a su avanzada edad, su padre Orhan le entregó el mando del Ejército otomano, cargo que había ostentado su hermano mayor, Süleyman Paşa, muerto poco antes.
En esta ciudad se estableció Murad y así fue la capital europea del Imperio Otomano durante unos pocos años.
Murad, a la sazón en Demotika, al recibir esta noticia, fue aclamado por sus tropas como nuevo Bey (emir) del emirato otomano.
Sin embargo su flamante liderazgo fue disputado en Anatolia por sus hermanos, los Şehzade (príncipes) Ibrahim, Sultan Bey y Halil.
Mientras se encontraba en Anatolia en pugna con sus hermanos, las fuerzas turcas, dejadas en Tracia no amainaron sus ataques, pero carecían de una dirección unificada.
Para este cometido encargó a Lala Shahin Bajá remontar el valle del Maritza, cuya conquista fue completada con la toma de Filipópolis en 1363-64.
Para ello Juan V estaba dispuesto a sacrificar la fe de su pueblo y convertirse al catolicismo.
De esta manera, los territorios turcos en Europa se sacudieron la tutela del emir otomano y actuaron de forma semiindependiente, organizados, primeramente, en el autónomo Eyālet-i Rūm-ėli, liderado por Lala Şahin Paşa, y, secundariamente, en tribus turcomanas, cada una dirigida por un caudillo o bey.
El déspota Uglješa quería hacer un ataque sorpresa a los otomanos en su capital, Edirne, mientras que Murad I estaba en Asia Menor.
Su soberano, el zar serbio Esteban X Uroš V murió repentinamente a fines de ese año y su país se dividió en numerosos principados.
Sin embargo Andrónico IV, apresado, fue cegado parcialmente y despojado de su investidura imperial la cual le fue concedida a Manuel II Paleólogo (segundo hijo del emperador bizantino).
En 1377, el bey Murad estaba ya tan seguro de su control sobre los estrechos que estableció en Edirne su primera capital europea.
Esta contienda acabó solamente cuando Juan V accedió a reconocer nuevamente a Andrónico IV y al hijo de este, Juan VII Paleólogo, como herederos al trono y concederles posesiones en la Tracia que todavía estaba bajo control bizantino.
En respuesta, Murad envió al general Lala Shahin Bajá a reconquistar Bulgaria, objetivo que cumplió: tomó Sofía y la capital, Tirnova.
Su yerno, el bey Alâeddin Ali I de Karaman vio su oportunidad y rompió relaciones con los otomanos.
La importancia de esta batalla fue que demostró la superioridad del ejército regular sobre las indisciplinadas fuerzas tribales.
Desde Kosovo, el ejército otomano podría atacar los territorios dominados por los nobles serbios Lazar Hrebeljanović y Vuk Branković.
Cuando Yakub Bey llegó, fue estrangulado, dejando a Bayezid como el único reclamante al trono.
Sus otros restos fueron llevados a Bursa, ciudad capital de Anatolia, y fueron enterrados en una tumba en el complejo construido en su nombre.
Los beys podían intervenir en disputas que tuvieran lugar entre los clanes o en el interior de ellos, pero era una jurisdicción muy limitada.
Cada clan o familia aceptaba la jefatura militar otomana solo por las ventajas económicas que tal asociación podrían traer.
A medida que el territorio otomano se expandió, la sencilla organización tribal turcomana fue reemplazada por una más compleja forma de gobierno, y durante este proceso los soberanos otomanos adquirieron poderes mucho más extensos de los que ya poseían.
Esta influencia cristina ortodoxa resultó natural en el naciente imperio otomano, ya que todos los territorios, en su mayor parte heredaron la viva tradición de la administración bizantina.
La bizantina Nilüfer Hatun, fue madre de Murad I, el cual a su vez se casó con una noble griega y una princesa búlgara.
Los pueblos cristianos nunca fueron inquietados por este monarca: podían conservar su religión y costumbres, siempre que pagaran los impuestos.
Al alcanzar la adolescencia, estos niños eran enrolados en una de las cuatro instituciones reales: el Palacio, los Escribas, los Religiosos y los Militares.
En el devşirme estaban representadas numerosas etnias balcánicas (especialmente griegos, albaneses y eslavos del sur).
Como les había ocurrido anteriormente a los grandes sultanes selyuquíes y a los sultanes selyuquíes de Rum, los otomanos también encontraron en los turcomanos nómadas unos conquistadores óptimos pero les resultaba sumamente perjudicial su influencia en los estados que luego se constituían y por esta razón estos se esforzaron por expulsarlos.
Orhan, con la finalidad de prescindir de los indisciplinados nómadas ghazis turcomanos comenzó a organizar unidades militares separadas, compuestas por mercenarios, en su mayoría extranjeros no musulmanes, a los que se pagaban con salario, no con botín o con el sistema timar.
Los akıncıs realizaron expediciones al interior del territorio enemigo; en los Balcanes les fueron encomendadas zonas de difícil acceso, donde las fuerzas otomanas regulares no podían operar, maniobrar o mantenerse por demasiado tiempo, muy en especial en las zonas montañosas de Bosnia, Albania y Montenegro.