Las provincias de Siria y Judea fueron escenarios clave de un creciente conflicto entre las poblaciones judías y helenísticas, que estalló a gran escala en las guerras judeo-romanas, comenzando con la primera guerra judeo-romana del año 66 al 70.
Siguieron disturbios en toda la región durante la guerra de Kitos, del año 117 a 118.
[1][2] El nombre Siria Palestina es anterior a la decisión de Adriano en al menos cinco siglos, ya que el término ya era usado en occidente; por ejemplo, Heródoto usa el término en el siglo V a. C. cuando habla de las partes que componen la quinta provincia del Imperio aqueménida: Fenicia, Chipre, y "esa parte de Siria que se llama Palestina" (griego jónico: Συρίη ἡ Παλαιστίνη; romanizado: Suríē hē Palaistínē.
Alrededor del año 300, Siria Palestina fue ampliada transfiriéndole la parte meridional de lo que había sido la provincia romana de Arabia Pétrea: el Néguev, parte del Sinaí, y la antigua Edom.
Palestina Prima estaba conformada por Judea, Samaria, Paralia, y Perea, con su gobernador asentado en Cesarea.