Trastornos del estado de ánimo

Por su parte, los trastornos bipolares, anteriormente conocidos como «psicosis maníaco-depresiva», se caracterizan por la presencia intermitente de episodios de manía o hipomanía, entremezclados con episodios depresivos.

[2]​ El psiquiatra inglés Henry Maudsley propuso una categoría general de «trastornos afectivos».

Este último término hace referencia más bien al estado emocional subyacente o longitudinal,[4]​ en contraposición al anterior término, que se centraba en la conducta externa observada por los demás.

En el caso del trastorno bipolar II, las mujeres solo presentan unas tasas de prevalencia ligeramente superiores.

Se da en aquellos casos en los que el paciente ha sufrido uno o más episodios depresivos mayores.

Por ejemplo, los estimulantes como la anfetamina, la metanfetamina y la cocaína pueden provocar episodios maníacos, hipomaníacos o depresivos.

[29]​ Se dan elevadas tasas de incidencia del trastorno depresivo mayor en alcohólicos y bebedores habituales.

[36]​ El uso a largo plazo de benzodiacepinas como el Valium o el Librium pueden provocar efectos cerebrales similares a los del alcohol, y también se ha documentado su relación con la depresión.

Del mismo modo que ocurre en el caso del alcohol, se cree que la aparición de la sintomatología depresiva se debe a sus efectos sobre la neuroquímica cerebral, como la reducción en los niveles de serotonina y norepinefrina.

[10]​ Existe el riesgo de que un trastorno del estado de ánimo no especificado pase desapercibido, y consecuentemente, no pueda ser tratado adecuadamente.

La calidad de la evidencia incluida, sin embargo, es débil, por lo que estos resultados deben interpretarse con cautela.

Existen trastornos emocionales que afectan a quienes ejercen el poder en cualquiera de sus formas, entre las que se destacan el Síndrome de hubris , la megalomanía , el caudillismo o el narcisismo .