La queja más frecuente asociada al insomnio es la somnolencia diurna, baja concentración e incapacidad para sentirse activo durante el día.
Es importante el uso de medidas generales o higiene del sueño, entre ellas seguir un horario lo más regular posible.
[2] El insomnio puede tener orígenes diversos: Algunas de las pautas profilácticas recomendadas para quienes tienen predisposición a las dificultades para conciliar el sueño son:[3] Existen diversas clasificaciones del insomnio, según la duración del trastorno, según la gravedad con la que se presente y según el horario en el que se presente.
De este modo, la falta o una calidad pobre del mismo puede traer consecuencias tales como: Los tratamientos para el insomnio son multidisciplinarios.
Diversos estudios y meta análisis han demostrado que para el insomnio lo que más sirve es la terapia cognitiva-conductual (enfocadas en la vinculación del pensamiento y la conducta), si esta no llegara a funcionar, se llegarían a tratamientos farmacológicos, también pueden considerarse al principio de la terapia para que esta tenga más probabilidades de ser efectiva.