Esta violenta pieza en dos movimientos entronca en el constructivismo y ofrece un contraste radical con su sinfonía anterior.
Aunque ambas fueron obras innovadoras para sus respectivos compositores, no hay similitudes temáticas ni musicales entre ellas.
Le sigue una sección de desarrollo, que provoca más caos sonoro, con metales atronadores y cuerdas agitadas, pero que produce una música de sorprendente innovación, sobre todo gracias a la brillante orquestación.
Luego siguen seis variaciones, cada una concebida con imaginación e ingeniosamente orquestada, algunas de las cuales recuerdan la naturaleza disonante del movimiento inicial.
Las variaciones contrastan momentos de hermosa meditación con la lúdica y descarada, mientras la tensión del primer movimiento nunca está lejos y contribuye a una continua sensación de inquietud.
La última de ellas, Allegro moderato, permite el retorno de un siniestro motivo del primer movimiento y a continuación alcanza un clímax aplastante, en el que los acordes similares a los de una marcha se entrecortan y repiquetean con rabia para finalmente provocar el apacible retorno del tema inicial.
[1] Concluye con una coda en la que el tema se repite íntegramente en Andante molto, Doppio movimento.