Formó parte de la llamada Expedición Py que al mando del comodoro Luis Py fue destacada por el presidente Avellaneda para asegurar la soberanía argentina en la provincia de Santa Cruz.
El objetivo y método del reclutamiento y del adiestramiento cambiaron y ese cambio generó fuertes resistencias en el país: mientras se seguían reclutando y formando gavieros, hasta una fecha tan tardía como 1890 los maquinistas eran civiles contratados que carecían por completo de formación militar, situación de atraso que denunciaban los jóvenes oficiales de la generación de Albarracín, egresados de la Escuela Naval fundada en 1872, como Félix Dufourq, quienes sostenían que los veleros de guerra ya no tenían ninguna utilidad práctica y por ende el rol del marinero tradicional sería inevitablemente reemplazado por "el obrero mecánico, foguista y carbonero".
Los egresados de la Escuela Naval promovían el cambio, pero su número era inferior a la demanda exigida por una Armada en rápida evolución y modernización, por lo que permanecieron viejas fuentes de reclutamiento (los distinguidos, aspirantes, guardiamarinas, etc) formados por los viejos comandantes reacios al cambio.
La iniciativa adoptada bajo el lema Unión y Trabajo contó con el apoyo de los profesores de la Escuela Naval Militar Luis Pastor, Teodoro Rose, Pablo Canevale y Alberto Smerchow, del más alto empleado civil del Ministerio (Benito Goyena) y de cuatro hombres de prensa: Luis Navarro (La Prensa), Benigno Lugones (La Nación), Fernando Olivares (El Diario) y Diógenes Decoud (El Nacional).
En el año 1890 estalló la Revolución del Parque mientras Albarracín se encontraba en viaje por España, Francia e Inglaterra, en representación del Ministerio de Relaciones Exteriores como responsable de la Sección Inmigración.
Tras su regreso al país, en 1891, ascendido ya a teniente de navío, asumió nuevamente la vicepresidencia 1.º del Centro Naval.