Sitio de Buenos Aires

La segunda vez fue durante la revuelta del coronel Manuel Pagola, entre el 1.º.

La Sala de Representantes porteña – dominada por los liberales, antes llamados unitarios – rechazó el Acuerdo.

Urquiza consideró esa medida como anárquica, y cerró la legislatura; poco después asumió personalmente la gobernación de la provincia.

Pero, a fines de octubre, fue elegido gobernador Valentín Alsina, un unitario ultraporteño y agresivo.

Durante varios meses, la ciudad de Buenos Aires permaneció sitiada y bloqueada, pero su superioridad financiera[1]​ la mantenía a salvo de los daños económicos causados por el sitio.

Por otro lado, si bien sus tropas no podían hacer una salida a enfrentar en campo abierto a las tropas de Lagos, eran muy superiores en infantería y artillería, y no era posible sacarlas de sus trincheras con pura caballería.

El Congreso lo había autorizado expresamente para solucionarlo por los medios que creyera conveniente, pero el general no se sentía lo suficientemente fuerte en lo militar como para forzar la situación por medio de un asalto a la ciudad.

En cierto modo, incluso por la de Buenos Aires: la comunicación oficial nunca fue enviada a la ciudad de Buenos Aires, sino al comandante militar y político del interior, general Lagos.

Este reunió una legislatura elegida de apuro, que sancionó oficialmente la Constitución Nacional.

Aunque los propios oficiales de la escuadra confederal, empezando por Coe, permitían pasar ciertos buques a cambio de jugosos sobornos, el bloqueo naval parecía aumentar la presión contra la ciudad sitiada.

El fracaso del bloqueo causó un enorme efecto desánimo en las tropas sitiadoras.

Buena parte del resto de las tropas federales desertaron y simplemente se marcharon a sus casas.

Sus dirigentes oscilaron entre oficializar la independencia nacional del Estado y la pretensión de que ellos representaban a toda la Nación.

La Constitución Argentina eligió su primer presidente al general Urquiza, que gobernó hasta 1860 con cierta estabilidad política, pero enfrentando serios problemas económicos, y resignando muchas de las funciones de gobierno en los gobiernos provinciales.

Los líderes exiliados intentaron repetidamente invadir Buenos Aires, pero fracasaron otras tantas veces; hasta que el general Jerónimo Costa fue vencido y fusilado sin juicio, junto con todos sus oficiales, a principios de 1856.

Justo José de Urquiza derrotó a Rosas en Caseros y asumió como Presidente de la Confederación Argentina , de la que no formaba parte la provincia de Buenos Aires , que formó un estado aparte.
El general Manuel Pinto .
El general Hilario Lagos .
El comodoro John Halstead Coe , comandante de la escuadra de la Confederación Argentina , aceptó un suculento soborno para entregarla al Estado de Buenos Aires .