Tras sufrir 14.000 bajas,[5] Federico II no tuvo más remedio que abandonar Praga y regresar a Sajonia.
En vez de un ataque frontal, pensaban ocultar su campamento y desplazar sus columnas hacia el flanco izquierdo prusiano para sorprender a Federico II.
[7] El plan era muy bueno y sería utilizado por Federico II un mes más tarde en la batalla de Leuthen.
Sin embargo, las tropas franco-imperiales no poseían la disciplina del ejército prusiano y necesitaron toda la mañana para organizarse en tres columnas de marcha.
Federico II no lo creyó, pero cuando varios hombres le trasmitieron el mismo mensaje, reaccionó con premura.
[8] Al observar que la vanguardia de la caballería austriaca se movía en perpendicular a su izquierda, ordenó al general Federico Guillermo von Seydlitz, el comandante de su caballería, que tomase a todos sus hombres y los dirigiera contra el avance aliado.
[8] La infantería también avanzó y aprovechó que -en oblicuo con las columnas aliadas- se encontraba el monte Janus, colocando los cañones en la cima del mismo para bombardear a los franceses desde aquella posición, a más de 1,5 km de distancia, y tomó posiciones sobre el monte.
A ello ayudó una hondanada que ocultaba el avance prusiano una vez hubieron descendido del monte Janus.
Federico decidió avanzar hacia el este para enfrentarse a los austriacos en Silesia y un mes más tarde consiguió la victoria de Leuthen.