Después de su conversión al Catolicismo en 1728, empezó para José un rápido ascenso en su carrera militar.
Solo un año más tarde, durante la Guerra austro-turca, 1737-1739, se le confió el mando de un Cuerpo Austriaco.
José mantuvo la mayor parte de su vida muy buenas relaciones con la familia Habsburgo.
Gracias a esta unión, José alcanzó la posesión de grandes propiedades y activos.
José, avergonzado por la derrota, decidió renunciar a todas las funciones militares.
En la evaluación por posteriores historiadores el príncipe era casi siempre culpado por la derrota, aunque difícilmente podría haber cambiado el resultado del combate, debido a las catastróficas condiciones del Ejército Imperial y la inefectividad de la tropas francesas.
Su sobrino nieto, el Duque Ernesto Federico III, fue incapacitado para gobernar.