Lo hicieron acompañadas por el canónigo y vicario foráneo Diego Moxica y escolta a las órdenes de Pedro M. de Vera, quien sería el 1.º [[marquesado del Bosch de Arés | marqués del Bosch]] a la par que anfitrión, pues las alojó en su casa-palacio junto a la puerta Ferrisa.
A ambos lados del altar mayor capillas-altar entre las que se encontraba una talla de «San Pascual Baylon» de la Escuela sevillana de escultura que se perdió en el incendio (como el resto del altar mayor).
Tras la finalización de la iglesia se abrió un portalito o portalet en la muralla frente a su puerta para que pudiera ser visitada por los fieles de la ciudad y la calle que desembocaba en ella tomó el nombre del Portalet, actualmente de Santo Tomás.
No pudo ponerse en práctica solución alguna a lo largo del siglo XVIII, y las hubo adecuadas, por falta de acuerdo o de caudales hasta que tuvo lugar el derribo de las murallas[8] con el que todo cambió.
El interior bellamente decorado con estuco, mezclando ornamentación barroca y neoclásica finamente policromada.
También se salvó el «Niño Jesús del Milagro» gracias a que Mercedes Artiaga, dueña de una ortopedia en la calle R. Altamira, lo tuvo escondido durante la Guerra Civil.