Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte (Alicante)
El crucificado era originario del desamortizado convento que tuvieron los padres Dominicos en la calle Mayor (hoy Edificio Amérigo) y, desde que fue demolido a mediados del siglo XIX, la talla fue cuidada por los marqueses de Río-Florido, quienes le construyeron un altarcillo en San Nicolás.Estos jóvenes convencieron a más amigos, y contaron con la ayuda de sus familiares para poder hacer realidad su sueño.Tras la guerra se reanudó el culto religioso en el territorio nacional y en la Semana Santa de 1940 volvió a salir el Cristo de la Buena Muerte en procesión, pero solamente los jueves y junto con la Virgen de las Angustias, además estrenó nueva capilla obra del arquitecto provincial Juan Vidal Ramos.[1] Fueron elegidos hermanos mayores, José Tato desde 1927 hasta 1931, Francisco Alberola padre, tras la Guerra Civil y Luis Badías a partir de 1949.Gracias a artículos publicados por Gonzalo Vidal Tur en Pasión y otros medios sabemos que Nuestra Señora de las Angustias tuvo su propia cofradía desde 1893, por acuerdo de Francisco Alberola Canterác, el presbítero Manuel Gálbis, el farmacéutico Martínez Pacheco, Rafael Pastor, Rafael Gandulla, y Juan Antonio Masanet.Durante la Guerra Civil permaneció escondida en la finca “Aliaga” que tenía la familia Caturla en el barrio de La Florida.Tras su desaparición fue situada en la Iglesia de San Nicolás, al final del Templo.Durante la Guerra Civil permaneció tapiada para evitar su destrucción y al terminar la guerra, la hermandad aprovechó una capilla vacía y construyó la actual capilla del Cristo de la Buena Muerte, diseñada por el arquitecto Juan Vidal.Es obra del siglo XVIII, es una talla realizada por Francisco Salzillo, propiedad de las monjas capuchinas que perteneció a la familia Caturla.