Es llamado La Quinta de los Molinos debido a la antigua existencia de 2 molinos utilizados para moler tabaco y obtener rapé, de mucha demanda a finales del siglo XVIII en toda Europa, y en particular en España; que se consumía colocando un poco bajo la nariz y absorbiendo o respirando el aroma, así también como picadura de tabaco para fumar en las pipas.
Este nombre aparece en el Archivo Nacional en 1850 y se mantiene hasta la actualidad.
Estos molinos funcionaron hasta la segunda mitad del siglo XIX y eran movidos por la fuerza del agua de la llamada Zanja Real, que fue el primer acueducto con el que contó La Habana.
Allí estuvieron presos Julio Antonio Mella, Eduardo Chibás, Raúl Roa, Juan Marinello y muchos otros revolucionarios.
La obra estuvo a cargo de los ingenieros Francisco Lemaur y Manuel Pastor, quienes solo construyeron un modesto edificio de una planta de azotes, huecos y tres galerías apersianadas en sus frentes, que se comunicaba con las pequeñas casas que ya existían en aquel lugar y que fueron reformadas para alojamiento de los criados, la cuadra y la cochera del Capitán General.
Se extendía desde las faldas de La Loma del Príncipe o de Aróstegui, hasta la calle Soledad, y contaba con numerosas fuentes y estatuas que entonces adornaban su calle central.
La Universidad se hace cargo del mismo entre 1850 y 1871, cuando pasa a manos del gobierno español por 8 años el cual realizan las obras de drenaje, cisternas, etc.
En este lugar fue declarada en el año 1936, Hedychium coronarium, llamada Mariposa, como flor nacional de Cuba.
También cumplió allí su condena Fermín Valdés Domínguez, revolucionario cubano, amigo de José Martí.
Este destacado periodista llegó a ser una especie de símbolo de la resistencia en contra de los rebeldes alzados en armas y cuya tumba fue supuestamente vandalizada en el Cementerio de Espada, Fermín Valdés, los nacionalistas cubanos y algunos militares españoles liberales usaron el término "crimen político' al aducir que no existían suficientes indicios que probaran el ataque a la tumba o la autoría del mismo y que la elección de los estudiantes condenados había sido al azar como acto ejemplarizante sin la debida investigación.
Al respecto en su poema A mis hermanos muertos José Martí escribió: ¡Y un mundo tienen ya por sepultura!
La Asamblea se trasladó para La Habana, a la casa número 819 de La Calzada del Cerro.
Allí Máximo Gómez fue recibido por una población con desmedido entusiasmo que lo vitoreó y lo aclamó a su paso.
Actualmente el nombre de la escuela es Felipe Poey Aloy en honor al científico cubano que realizó investigaciones por esa zona.
En este centro se estudian varias carreras universitarias como Meteorología, Física Nuclear, Radioquímica, entre otras.
Tanto las flores como los frutos cuelgan del tronco que alcanza una gran altura.
El científico cubano Juan Tomás Roig y Mesa, llamado el Sabio de las Plantas, señaló que hay pocos ejemplares distribuidos en toda la Isla.