Pablo de la Torriente Brau

A la edad de nueve años escribió su primer artículo para el periódico El Ateneísta.

Al salir escribe la serie de artículos "105 días preso", publicada en el periódico "El Mundo".

La caída del tirano no significó un cambio político en la isla y la lucha continuó.

En 1935 se convocó una huelga general, pero esta fracasó y Pablo tuvo que partir una vez más al exilio.

No obstante, su deseo de escribir y luchar por un mejor destino para Cuba, lo llevó a colaborar en las revistas Bohemia y Carteles, bajo el seudónimo de Carlos Rojas.

Durante varios días su cuerpo quedó tendido, hasta que pudo ser localizado y enterrado en un lugar seguro.[n.

2]​ El poeta Miguel Hernández le dedicó su Elegía segunda, que decía así: «Pablo de la Torriente, / has quedado en España / y en mi alma caído».

[3]​ Al caer la República en 1939, sus restos fueron sacados por un cubano en retirada y no se pudieron localizar.