La pintura de Costa Rica es aquella que se ha producido por artistas nacidos en este país o bien, artistas extranjeros que han residido en él y cuya obra ha tenido influencia determinante en el arte nacional o ha sido reconocida como parte del mismo.
A grandes trazos, la historia de la pintura costarricense se puede periodizar en cinco fases históricas, las cuales se utilizan para marcar sus diferencias, hacer énfasis en sus características, sus intereses, preocupaciones y momentos históricos: Tradición académica (1897-1930), Generación del Treinta o Nacionalista (1930-1960), Grupo Ocho (1960-1970), Nueva Figuración (1970-1980) y Postmodernista (1980 en adelante).
Aparecen algunos pintores y dibujantes cuyas obras no fueron trascendentales para su época, sino que esta sería reconocida hasta mucho después.
Entre ellos, destacan José María Figueroa Oreamuno, Felipe J.J Valentini, Faustino Montes de Oca y el italiano Lorenzo Fortino.
24.7 x 30.8 cm); Antolín Chinchilla, Próspero Calderón, Ricardo Villafranca, Francisco Valiente, Nicolás Gallegos Quesada, Alberto Quijano, Julio Piza y Wenceslao de la Guardia.
Teodorico Quirós Alvarado creó una vasta obra de paisajes como tema predilecto, pintando al aire libre.
Sus pinturas tendrán una fuerte influencia del impresionismo francés, que más tarde evolucionarán hacia un aire expresionista en la década de 1960.
Utilizó diferentes técnicas de dibujo, tinta china, lápiz, retratando a sus parientes, animales al natural y paisajes.
Zúñiga desarrolló un estilo propio que lo llevó a convertirse en uno de los artistas más consagrados del siglo xx.
Realizó más de 500 obras entre pinturas, xilografías y grabados, que tienen gran reconocimiento a nivel nacional e internacional.
Sus temas versan sobre las más distintas índoles: la cultura popular, el motivo indígena, la Costa Rica rural, la vida cotidiana.
Su trazo se caracteriza por su simplicidad y el poder de síntesis lineal, descubriéndose la clara influencia del expresionismo.
Los nuevos movimientos artísticos aparecieron en América en la década de 1920, influidos por el arte moderno europeo (impresionismo, fovismo, cubismo, etc).
[8] Entre las mujeres, las más ganadoras fueron Luisa González de Sáenz, Lily Artavia, Ángela Pacheco y María Aurelia Castro Quesada.
El proceso acabó en un predominio de las nuevas propuestas; fue paulatino y nunca se intentó silenciar a la generación más conservadora.
Bierig será maestro de importantes artistas costarricenses como Sonia Romero, Harold Fonseca y Fernando Soto Harrison.
Sus pinturas contienen gran personalidad, utilizando como temas la figura femenina estilizada y/o deformada, y aspectos del mundo afrocubano (Mujer en la ventana, 1939-1947?).
Aunque la acuarela fue empleada desde época temprana por pintores como Tomás Povedano, esta fue utilizada básicamente para hacer estudios que luego se pasarían al óleo.
Con Bertheau, la acuarela tendrá un rápido desarrollo, llegando a fundar una verdadera escuela de paisajistas, destacándose Luis Daell entre sus discípulos preferidos.
[15] De la tradición acuarelística iniciada por Bertheau y continuada por Daell destacan pintores como Cristina Fournier, Magda Santoanastasio, Luis Paulino Delgado, Grace Herrera, Xinia Gordienko, Ligia Koper, Héctor Arguedas, Gerardina Colombari, Ana Griselda Hine, Susana Jones, Floria Pinto, Fabio Herrera, Guisella Stradmann, Flora Zeledón, Alejandro Sánchez, Ena Delcore, María Eugenia Domián, Hugo Sánchez y Max Rojas.
Margarita Bertheau pintó murales en el colegio Saint Francis, la tienda La Dama Elegante y la Maternidad Carit (Madre soltera, que fue destruido).
En los años 1950, pintores como Jorge Gallardo, César Valverde Vega, Juan Luis Rodríguez y Julio Escámez van a continuar la obra muralista iniciada en la década de 1940.
Su arte figurativo está comprometido con la representación de temas populares, con personas y gente común realizando sus actividades cotidianas.
En sus obras representa la vida comunitaria, los bailes, la gente caminando por la calle, haciendo fila para subir a los autobuses, pescando, orando o descansando (Vendedores de fruta, óleo sobre madera, 1976).
En sus obras utiliza materiales no tradicionales como la pintura industrial o latas de zinc, con los que crea relieves pictóricos.
En muchas obras pinta el tema del tugurio, el hacinamiento y la pobreza con una nueva visión del paisaje nacional, buscando darle una solución compositiva diferente (Cobijas coloradas, técnica mixta, 1991, 120 x 120 cm; Después de la lluvia, técnica mixta, 1994, 120 x 150 cm).
En los 1960, incursionó en la abstracción geométrica y posteriormente pasó a la obra de tipo neofigurativo, en cierto momento influenciada por el arte oriental.
Sus pinturas tienen características bidimensionales, vinculando figura y fondo con una tonalidad monocromática, utilizando luego un entramado en lugar de la línea fuerte del principio, en sus obras posteriores.
Realizó obras en blanco y negro, usando tintas litográficas con las cuales podía rescatar valores gráficos que le confieren gran fuerza a sus personajes, casi siempre seres marginales (El grito, La madre, Familia, 1982).
En la década de 1980, una fuerte crisis económica azotó al país, lo que afectó la inversión pública e incidió en una contracción estatal en el plano cultural.