Junto con Francisco Amighetti, fue una de las iniciadoras del arte muralista en Costa Rica.
Además, realizó importantes contribuciones a las actividades musicales y el ballet nacional.
De vuelta en Costa Rica en la década del 40, decide viajar a Bogotá, Colombia, para incrementar su experiencia artística.
De vuelta en Costa Rica en 1941, encontró un ambiente más receptivo para su arte y se relacionó con un grupo de artistas que compartían sus inquietudes, como Max Jiménez, Yolanda Oreamuno y Eunice Odio.
Para 1952, su pintura se caracterizaba por el abstraccionismo, la utilización de elementos primarios y el geometrismo.
Mostró especial interés en la acuarela, pintando retratos de personas del arte nacional cercanas a ella, como las escritoras Eunice Odio y Yolanda Oreamuno, la bailarina Leticia Alfaro y la pintora Olga Espinach.
Aunque su técnica favorita fue la acuarela, realizó varios retratos al óleo, con un estilo pictórico suelto y espontáneo.
Esta exposición recibió excelentes críticas en el medio cultural, dándole un lugar merecido la figura de Bertheau en la historia del arte costarricense.