Gran maestro de la plástica costarricense, también hizo considerables aportes como escritor.
Sin embargo, hizo uso de todo lo aprendido en el lejano continente y lo incorporó a la vida cotidiana, regalando elementos atrevidos a su visión del mundo, no sólo como delator de una realidad cruda del más pobre ser costarricense sino también desde una perspectiva en la que la religión era el mensaje de esperanza para todos los desposeídos.
Jorge Gallardo arribó a Europa en una época controvertida, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, encontrando en el contexto europeo una clase abierta de historia y arte en la que se entrelazaban rasgos propios de un momento convulso así como sus hacedores, hoy todos ellos se cuentan como grandes personalidades del mundo intelectual.
Octavio Paz, Gabriela Mistral, Giovanni Papini, Alfonso Paso, Camilo José Cela son sólo algunos de los que se enumeraban entre los amigos de Gallardo; muestra del pujante entorno que concibió en Europa y que hizo grande su horizonte, pero que le permitió visualizar su misión como pintor: definiendo a Costa Rica, como la heredera universal de su lenguaje pictórico.
Y se ganará ese sitio porque Gallardo es un pintor fiel a sí mismo y a su pueblo....Un pintor así, sin dobleces, que no agacha la cabeza ante los críticos ni ante los poderosos, necesariamente conquistará una parcela de honor en el territorio del arte.