Aunque lo que más le marcaría sería el Real Alcázar de Sevilla, obra mudéjar de artesanos toledanos, sevillanos y granadinos, del rey Pedro I de Castilla, aliado y amigo personal, quien le ayudó a recuperar el trono y derrotar a los usurpadores.
Este palacio le asombra, especialmente la estructura del Patio de las Doncellas, que más tarde repetirá.
Pero sin embargo, este patio presenta unos pabellones en los lados menores, cubiertos por techos a cuatro aguas de gran altura y con una cúpula en su interior.
En 1886 Rafael Contreras sustituye el tejado y muro del pabellón este por una cúpula de influencias persas, que a su vez es derribada por Leopoldo Torres Balbás, para recuperar la imagen original con un tejado a cuatro aguas de gran altura.
Las columnas se unen con paños calados que dejan pasar la luz.
Fustes cilíndricos muy delgados, anillos en la parte superior, capiteles cúbicos sobre los que corren inscripciones.
Su estructura sigue una influencia directa del Patio de las Doncellas, aunque sus orígenes se remontan al Jardín islámico antiguo, el patio de crucero, dividido en cuatro partes.
[6] Dos templetes avanzan a los dos lados opuestos del patio, este y oeste.
Este muro moderno sustituye a uno del siglo XVII construido para subir el tejado, salvando al altura de la cúpula interior y permitiendo elevar sobre ella un techo a las cuatro aguas de muy escasa factura también reconstruido.
Durante la restauración de los leones se habría llegado a la conclusión que éstos eran posteriores, del siglo XIV).