Parece muy probable que los virtuosos Pisendel o Jean-Baptiste Volumier de Dresde, o más probablemente Joseph Spiess, el Konzertmeister de Köthen, hubieran sido los primeros intérpretes en intentar estas obras excepcionalmente desafiantes.
Todas las obras suenan como si hubieran sido escritas para una era de virtuosismo instrumental que aún quedaba lejos en el futuro.
Este movimiento, junto con la Corrente y la Giga siguientes, progresa en una única línea melódica continua, en la que la armonía proporcionada por la parada múltiple está casi totalmente ausente.
La Sarabande, con sus pasajes ricamente acordales, da la impresión hasta cierto punto ilusoria de una mayor complejidad.
A menudo se interpreta como un movimiento independiente y también ha sido ampliamente transcrita para otros instrumentos.
Sobre este tema Bach desarrolla 64 variaciones continuas, explorando una deslumbrante e intrincada gama de posibilidades armónicas.
Bach parece haberse impuesto retos incalculables, sosteniendo su Chacona con una sección en tonalidad mayor, diversidad rítmica y un caleidoscopio de recursos técnicos que sobrepasan los límites y en resumen el arte violinístico barroco.
De ahí que sea considerada un tombeau (o lamento), si bien esta teoría es controvertida.
Tras analizar la partitura encontró que en ella se suceden varias melodías pertenecientes a corales luteranos, ordenados según un significado preciso.
Al inicio usa la melodía del coral Den Tod niemand zwingen kunnt (La muerte no puede nadie conquistar), perfilada en la línea de bajo.
Vemos como para la 2ª variación emplea la figuración ''francesa'' con una melodía ascendente y más tarde alterará el ritmo armónico.
En la variación 8, aparece la cuarta melodía de la Romanesca escondida en la tercera corchea de los tres primeros compases y en las segunda, tercera y cuarta semicorchea del compás siguiente: sib / la / sol/ fa mi re.
En el compás 49, en la variación 12, hace cambios en la función junto a una catábasis y mueve el bajo por cuartas (Re, Sol,Do,Fa, Sib, Mi, La).
En el segundo pentagrama hace la misma armonía por cuartas, pero esta vez junto a una anábasis
Ese bajo que repite el La, podría hacer referencia a los tambores, según Alexander Silbiger.
En los últimos cinco compases de este imagen, podemos ver como la melodía del bajo ahora asciende.
En el compás 233, variación 57, se produce un cromatismo interno que da lugar a un passus duriusculus.