Su nombre se deriva del latín (porphyra) y el griego antiguo πορφύρα (porphúra), que significan 'púrpura', debido a su color.
Su enfriamiento comienza muy lentamente a profundidad, iniciando la solidificación del magma y la formación de cristales de cuarzo y feldespato entre otros minerales que se van quedando incrustados a la base, con abundante silicio.
[1] El uso del pórfido se remonta a la cuna de las civilizaciones asirio-babilónica, egipcia y romana.
Desde la era Romana hasta la Edad Media, el pórfido fue también valorado por su color púrpura, cuyo uso fue exclusivo para emperadores, realeza y alta nobleza.
Para transportar el pórfido desde las canteras de Mons Claudianus y Mons Porphyrites hacia el oeste, hasta la Maximianópolis romana, los romanos crearon una ruta que fue denominada Via Porphyrites (de porphyrya: púrpura, "La Ruta Púrpura"), descrita por el sabio griego Estrabón en su Geografía y más tarde por Claudio Ptolomeo en Geographia.
Como ejemplo más contemporáneo, se puede citar el Templo Expiatorio de La Sagrada Familia situado en Barcelona, obra del arquitecto catalán Antoni Gaudí, donde se aprecian cuatro principales columnas internas y el altar hechos de rojo pórfido.