[2][3][4] Experimentados por hombres y mujeres, los orgasmos son controlados por el sistema nervioso involuntario o autónomo.
Además de la estimulación física, se puede alcanzar el orgasmo mediante únicamente excitación psicológica, como por ejemplo durante los sueños eróticos (polución nocturna de hombres o mujeres)[12][13] o el control del orgasmo.
Los orgasmos originados únicamente mediante estimulación psicológica fueron reportados por primera vez entre personas con lesiones de médula espinal.
[16] En los hombres, la forma más común de llegar al orgasmo es mediante la estimulación física del pene.
[20] Se cree que un aumento de la producción de la hormona oxitocina durante la eyaculación es la principal responsable del periodo refractario, y la cantidad en la que esta hormona se incrementa puede afectar a la duración del periodo refractario.
Informes anecdóticos sobre la cabergolina sugieren que puede eliminar el periodo refractario, permitiendo a los hombres experimentar orgasmos múltiples eyaculatorios en una rápida sucesión.
[23] Otra razón para la falta o ausencia del periodo refractario es un aumento en la producción de oxitocina.
La mayoría de las mujeres, 70-80 % en las estadísticas generales, requiere estimulación clitoriana directa (puede ser manual, oral u otra fricción concentrada contra la parte externa del clítoris) para alcanzar el orgasmo,[27][16] aunque la estimulación clitórica indirecta (por ejemplo vía penetración vaginal) también puede ser suficiente.
Freud declaró que los orgasmos clitóricos son un fenómeno puramente adolescente y que al llegar la pubertad, la respuesta adecuada de una mujer madura es tender hacia los orgasmos vaginales, es decir, sin ninguna estimulación del clítoris.
Whipple y Komisaruk propusieron más tarde que la estimulación del cérvix induce un cuarto tipo de orgasmo,[39] aunque la literatura científica no lo apoya.
Basándose en esto, argumentaron que la estimulación clitoriana es la base de ambos orgasmos,[41][43] ya que el clítoris se estimula durante la penetración por la fricción contra su capuchón, aunque esta afirmación ha sido criticada por investigadores como Elisabeth Lloyd.
En su estudio, publicado en Journal of Sexual Medicine, Holstege señala un lugar del tallo cerebral conocido como "tegumento pontino dorsolateral", cuya parte izquierda controlaría tanto la eyaculación como el orgasmo, mientras que la parte derecha se encargaría de las funciones que permiten orinar.
El budismo tántrico Vajrayāna en cambio lo relaciona con una experiencia de la unión entre felicidad y vaciedad.
Otras concepciones ven al orgasmo como baño del cuerpo en Qì (la energía de la vida).
Nuevos estudios han demostrado que las causas de la anorgasmia son similares en mujeres y hombres.
[cita requerida] Para compensar esto se utilizan geles con los que es tratado el clítoris.
En 1951, Terman encontró que un 30 por ciento de las mujeres casadas estudiadas nunca llegaban al orgasmo o lo conseguían ocasionalmente.
A la mujer que utiliza la estimulación manual u oral del clítoris se la considera inmadura, equiparando salud mental con capacidad orgásmica.
[53][54][55][56] Los antiguos griegos le daban un alto valor al orgasmo, no importando si este se alcanzaba a través de la masturbación o del sexo.
A partir del siglo XV está documentado que los médicos europeos se valieron de la ayuda manual para que las mujeres con enfermedades catalogadas como «histeria» (por ejemplo, nerviosismo y dolor de cabeza) pudieran conseguir el orgasmo.
En el siglo XIX estas prácticas disminuyeron dado que se empezaron a comercializar los primeros vibradores.
En el mismo siglo, la literatura medicinal mencionaba varias veces al orgasmo femenino y lo describía como necesario para una concepción exitosa.
En Francia ya era común la expresión la petite mort, la pequeña muerte, para referirse al orgasmo femenino.
Según Reich, las enfermedades neuróticas revelaban la imposibilidad de vivir un orgasmo "completo", lo que bloqueaba a la libido.
Estos estudios lo llevaron una década más tarde hacia la vegetoterapia, que incluía mente y cuerpo.
Un discípulo de Reich, Alexander Lowen, modificó su vegetoterapia sin incluir técnicas exóticas, llegando al análisis bioenergético.
En la investigación se recurrió a personas que aceptaron realizar el coito y otras estimulaciones sexuales en condiciones de laboratorio.
Por lo tanto es cuestionada la representatividad del estudio, ya que se trataba de personas con un alto interés en la sexualidad y poco pudor al respecto.
Aunque en varias sociedades existen tabúes respecto al orgasmo, este ha sido tematizado en todas las épocas en el arte y también en la religión.
En algunos casos es mencionado explícitamente, en otros, se lo ha ocultado a través de símbolos y metáforas.