La actividad sexual da como resultado usualmente la excitación sexual y cambios fisiológicos en la persona excitada, algunos de los cuales son más pronunciados mientras que otros son más sutiles.
La actividad sexual humana tiene aspectos sociológicos, cognitivos, emocionales, conductuales y biológicos (p.
ej., la formación de vínculos emocionales, compartir emociones, el interés sexual) y puede realizarse con el propósito de la reproducción biológica, trascendencia espiritual, para expresar afecto o por placer y entretenimiento (conocido en este contexto como "gratificación sexual").
Todas las especies animales que tienen reproducción sexual, y todas las culturas humanas, tienen una serie de conductas que se dividen en: cortejo, intimidad y actividad sexual.
En el caso humano, sin embargo, el término adquiere un sentido mucho más amplio que incluye no solo aspectos reproductivos sino también actitudes, experiencias, deseos, preferencias y varios fenómenos psicológicos y sociales relacionados,[2] entre los que se incluyen cualquier acto relacionado no solo con la reproducción sinto también con la obtención de placer sin concepción (es decir, la excitación sexual).
Este comportamiento se estudia en dos grandes áreas: la antropología (las prácticas de diversas culturas) y la informativa (conocimientos que pueden ser útiles a los individuos que pueden involucrarse en este tipo de comportamientos, o que consideran la posibilidad de llevar a cabo una actividad sexual).
Aunque en muchos casos el comportamiento sexual se dirige o se lleva a cabo dentro de una relación, no es un elemento imprescindible (asexualidad), y hay muchos comportamientos sexuales fuera de una relación interpersonal.
[3] Actos en los que participa una sola persona (también llamados autoerotismo) pueden incluir fantasías sexuales o masturbación.