Ambos sexos experimentan un aumento del ritmo cardíaco mediante el sistema nervioso simpático.
[1] inicia con la estimulación que puede ser física, psicológica o una combinación de ambas a través de la vista, oído, olfato, tacto, gusto, el pensamiento o las emociones.
En términos fisiológicos, se relaciona con el fenómeno vasocongestivo: flujo de sangre en ciertas regiones del cuerpo, particularmente en los órganos pélvicos.
Sus manifestaciones fundamentales, que pueden no ser instantáneas ni duraderas, son la erección del pene, la erección del clítoris y la lubricación vaginal,[2] detalladas a continuación: El tiempo de excitación suele variar entre ambos sexos, de forma que alcanzar la siguiente fase (fase de meseta) suele ser más rápido en el hombre que en la mujer.
Los trastornos de la sexualidad relacionados con problemas en la fase de excitación son: la disfunción eréctil en el sexo masculino y la sequedad vaginal en el sexo femenino.