Los aparatos fabricados con el objetivo de la estimulación o para el juego sexual no se consideran fetiches.
[1] Los objetos fetiches más frecuentes suelen ser elementos de vestir masculinos y femeninos, incluyendo bragas/tangas, sujetadores (brasieres), calzoncillos, guantes, medias, minifaldas, zapatos, botas, corbatas, bañadores, ropa deportiva e incluso delantales.
El padre del psicoanálisis Sigmund Freud (1856-1939), en su libro Tres ensayos para una teoría sexual, se refierió en diversos apartados al fetichismo como manifestación perversa.
Algunos psicoanalistas han considerado el fetichismo como el núcleo perverso, o lugar común de todas las parafilias.
Así, alguna experiencia en la infancia podría causar la asociación entre el placer sexual y un determinado objeto, relación que se mantendría en la edad adulta.