Si bien no había guerra declarada, los ingleses tenían órdenes de desviar el convoy a Gran Bretaña.
El control del Río de la Plata y de sus principales tributarios el Río Paraná y el Río Uruguay, asegurados por el dominio de la Isla Martín García, permitían a los realistas efectuar expediciones de hostigamiento y aprovisionamiento en sus riberas y hacían posible mantener la plaza, aunque sujeta a duras privaciones.
Para ahogar ese comercio por decreto del 6 de marzo de 1813 se declaró buena presa los buques españoles que salieran de Buenos Aires con patente "del intruso gobierno", así como los que se dirigiesen a Buenos Aires o puertos y costas que obedecieran a dicho gobierno.
No obstante la iniciativa no llegó a tiempo ante la celeridad de los preparativos de los patriotas cuya flota estaba ya en operaciones incluso tras la escuadra realista, por lo que Romarate permaneció en Martín García.
Romarate, careciendo de munición, se vio forzado a retirarse y sin recibir apoyo de su base en Montevideo se refugió en el Río Uruguay.
La recluta proveía hombres sin ningún entrenamiento hasta el punto que Miguel de la Sierra idea como método para dar las órdenes el uso de naipes, que pone en los palos y drizas para poder referenciarlos.
La escuadra de Brown está compuesta por la fragata Hércules, las corbetas Belfast (Oliver Russell) y Zephyr (Santiago King), el bergantín Nancy (Richard Leech), la goleta Juliet(McDougald), la corbeta Agreable (Lemare), la sumaca Trinidad(Wack) y el falucho San Luis (Clark), con algo más de mil cien hombres y 147 cañones.
El 16 de mayo como sigue la calma Brown pasa a la recién llegada sumaca Itatí por ser mejor velera y consigue aproximarse a la escuadra enemiga pero es herido en una pierna, quedando cojo de por vida.
Brown no abandona su puesto de comando y regresa a la Hércules dirigiendo desde entonces el combate desde una angarilla.
Por la noche hace deslizarse a la Hércules entre dos buques realistas y efectúa descargas por ambas bandas, rindiéndose ambos navíos.
En las primeras horas del 17 se levantó una brisa que Brown aprovechó de inmediato lanzándose sobre el enemigo y rindiendo la goleta María.
Romarate fue el único caso en ser rápidamente exceptuado, por no haber dudas de su eficacia y valor, reconocido incluso por su mismo contrincante, Brown.
Su defensa se basó en que sus fuerzas eran en calidad inferiores a las adversarias "compuesta en la mayor parte de súbditos de los EEUU e Ingleses, dirigida por los primeros, equipada y pertrechada con mucha ventaja a la nuestra".
En otras palabras, no había huido sino dado la orden de retirada que nadie vio ni siguió.