Caparrós envió a su segundo, el sargento Bartolo Mondragón, a cargar con algunos hombres sobre la batería, mientras con los restantes abría fuego vivo de fusil para impedir el agrupamiento de las tropas enemigas.
Con la sorpresa y sin poder determinar en la noche el número real de los atacantes, que estimaban en muchos por "las distintas voces aparentes que daba", la mayor parte de la guarnición huyó y se dispersó en el monte y bosque cercano, mientras los restantes se rendían.
Algunos de los realistas se refugiaron en los buques surtos en el puerto, desde donde al amanecer iniciaron fuego de cañón sobre la partida de Caparrós, hasta que esta consiguió montar los cañones capturados y responder el ataque, ante lo cual los navíos cortaron sus cables y huyeron.
Los vientos le impidieron regresar rumbo al este, por lo que se dirigió a Buenos Aires a donde arribó el 9 de julio con la buena nueva de la sorpresiva y exitosa incursión.
[6] El sargento Mondragón fue ascendido al grado de alférez, mientras que los soldados recibieron dos sueldos mensuales como gratificación.
El cabo Luis Gómez recibió una recomendación para sus superiores en la Banda Oriental para su ascenso a sargento.
[8] La partida se desvió o erró el blanco, capturando un bergantín propiedad de Francisco Trelles.
No obstante el piloto huyó del bergantín dejándolo sin dirección por lo que fue recapturado y apresados 40 soldados.
Este se sometió en principio a Heredia pero declarando que aunque no había tenido participación en el movimiento solo podía recibir órdenes directas del Director Supremo por lo que para evitar un conflicto se retiraba con su fuerza.
Así se puso en marcha hacia Córdoba, agregándosele numerosos partidarios del fracasado movimiento, pero n el paraje denominado La Hedionda a 30 leguas de la ciudad de La Rioja, se sublevaron sus tropas por lo que en junio llegó a Córdoba con sólo un centenar de hombres[13] En Córdoba, el gobernador coronel José Javier Díaz aduciendo órdenes de Balcarce dispuso el desarme de Caparrós y sus hombres, viéndose obligado a seguir a Buenos Aires.
El nuevo Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón escribía al Gral.
Habiendo comprometido un aporte de 500.000 pesos que se solventaría con un empréstito, sólo pudo aportar 200.000, por lo que sólo pudo lograrse con el concurso del nuevo estado de Chile.
Ambos ejércitos se unirían y se declararía la independencia del Perú, tras lo que San Martín viajaría a España para solicitar a la Corona el nombramiento de un príncipe español para convertirse en rey del Perú.
San Martín nombró al ya teniente coronel Caparrós como mayor de Lima.
No obstante desaparecido San Martín, Bolívar sí aceptó el comando de las fuerzas.
Riva Agüero y parte del Congreso se refugiaron en Trujillo, al norte de Lima, con lo que el Perú quedó dividido entre dos gobiernos enfrentados.
Finalmente ingresó al Perú el ejército de la Gran Colombia.
Bolívar arribó por mar a Lima en septiembre de 1823 y fue nombrado "suprema autoridad" por el Congreso.
La fuerza siguió por Chancay, Huacho y Huaurá, alcanzando Supe a comienzos de marzo.
"[15] No obstante Caparrós fue pronto denunciado por mantener contactos con el enemigo: "Hay vehementes sospechas de que el coronel Caparrós y el comandante Martínez, de Chancay se comunican con los enemigos y son capaces de hacer una traición"[18] Bolívar ordenó al coronel José Miguel Velasco, jefe de las guerrillas en la Costa, remitir presos a Huaraz a los coroneles Reyes, Caparrós, Juan Franco y al mayor Estanislao Martínez, en ese momento Gobernador de Chancay, aduciendo que "todos son sospechosos amigos de Tagle y enemigos nuestros".
Después de su detención, pasó a México donde en 1828 revistó como coronel.
Una calle de Montevideo recuerda al teniente José Caparrós, héroe del audaz asalto a Martín García.