Juan de Berindoaga y Palomares
Involucrado junto con el presidente José Bernardo de Tagle (Marques de Torre Tagle) en unas negociaciones secretas con los realistas, se refugió en la fortaleza del Real Felipe del Callao, último reducto español en el Perú.Allí trató con el general español Juan Loriga y también con el general Juan Antonio Monet y el brigadier Andrés García Camba; no le dejaron hablar con Canterac, que estaba en Huancayo, ni viajar al Cuzco a entrevistarse con el virrey José de La Serna.El historiador Mariano Torrente afirmaría más tarde que las negociaciones abiertas por Tagle y Berindoaga tenían el fin de reimplantar la autoridad realista en Lima.Se mencionaba también de un plan para establecer un gobierno compartido o Triunvirato que estaría integrado por Tagle, Aliaga y el virrey La Serna.En otras palabras, según Tagle, se había usado su nombre sin su consentimiento para involucrarlo en una traición a la causa patriota.Según todos los indicios, hasta entonces Berindoaga seguía siendo leal a la causa independentista; las terribles circunstancias posteriores que afrontó trastocarían esa realidad.Las tropas realistas provenientes de la sierra avanzaron hacia Lima para apoyar a los rebeldes.Bolívar creyó que detrás de la sublevación del Callao y su entrega a los realistas habían estado comprometidos tanto Tagle como Berindoaga, aparentemente confirmada al descubrirse la correspondencia llevada por Terón a los realistas.El Libertador ordenó que fueran capturados Tagle y Berindoaga, pero éstos por el momento permanecieron escondidos.[3] Cuando empezaron a morir por montones los refugiados del Callao, víctimas de la peste y el hambre, Berindoaga arregló su evasión con unos pescadores, esperando ser acogido por el marino chileno Manuel Blanco Encalada, amigo suyo y comandante del María Isabel.Según señala Vargas Ugarte, Bolívar actuó así movido por su encono personal hacia Berindoaga, quien había sido uno de los más tenaces opositores a su dictadura.Asevera igualmente dicho historiador que «Berindoaga había procedido siempre como buen ciudadano y la inculpación de traidor no tenía consistencia».