Miguel Lozano

Durante la tercera guerra carlista, proclamada la Primera República, abandonó el Ejército español para unirse al bando carlista y realizó una expedición militar por las provincias de Almería, Granada, Murcia, Albacete y Alicante al mando de unos dos mil hombres.

[3]​ En noviembre de 1873 solicitó licencia absoluta, alegando que sus ideas monárquicas no le permitían continuar prestando sus servicios a un gobierno republicano, e ingresó en el Ejército carlista del Centro.

El día 14 salió de Chelva con 500 infantes, 33 caballos y algunos oficiales para formar con ellos nuevos batallones.

[4]​ Un viajero cuyo tren fue asaltado por Lozano, describió al cabecilla carlista en estos términos:

Visitó las poblaciones de Elche y Crevillente, entrando en Orihuela, donde el entusiasmo con que se le recibió rayó en delirio.

En Pozo Cañada cuatro empleados que estaban recomponiendo la vía, fueron fusilados según la orden que Lozano había comunicado a todas las líneas; pero este jefe no tuvo conocimiento del hecho hasta cumplida la sentencia en consejo de guerra verbal.

[7]​ Entretanto el coronel Lozano, desde que se entró prisionero en Albacete, decía a sus compañeros y amigos: «Presiento que está decretada mi muerte, porque el gobierno es débil y necesita una víctima para satisfacer la opinión pública de los liberales».

Jamás creyó que sería indultado, y sólo manifestó su repugnancia a sufrir el suplicio en garrote como un bandido.

Su defensor, que ni un momento le abandonó en el último trance, recibía consuelos del mismo por quien lloraba.

[7]​ Llamó a su defensor para hacerle otros pequeños encargos, entre ellos el de repartir algunos objetos de su pertenencia entre los amigos, y, por último, le previno hiciera saber a sus padres que no quería que sus huesos descansaran mucho tiempo en Albacete, por haber sido ingrata para él.

[8]​ Serenamente se despojó después de algunas prendas de su traje, dio veinte pesetas a los soldados que debían fusilarle; pidió dos veces, por favor, mandar la escolta, lo cual le negó el teniente coronel Cebrián, y poco después cayó muerto.

Retrato de Miguel Lozano en la revista El Estandarte Real .
Sorpresa de la expedición Lozano en Bogarra (16 de octubre de 1874).
Fusilamiento de Lozano en Albacete