Philippe Pétain

Mantuvo una política colaboracionista con la Alemania nazi, lo que al término de la guerra le acarreó la degradación y la condena a muerte, que más tarde fue conmutada por la cadena perpetua.Al principio no destacó demasiado en su carrera y estuvo dedicado, desde 1906, a impartir clases en la École de Guerre.Sus acciones militares fueron brillantes y tenían la particularidad de evitar a toda costa las bajas, lo que le valió el reconocimiento de sus tropas.Su visión estratégica le permitió comprender que el mejor soldado del mundo será vencido si no es aprovisionado, evacuado en caso de sufrir heridas o relevado después de duros combates.Entonces fue opositor a Nivelle, cuyas acciones contrastaban con el cuidado en las bajas que tanto procuraba Pétain.Aunque los franceses vencieron, el descontento fue general, provocando una serie de motines en numerosas unidades.Ante la grave situación, Nivelle fue retirado del cargo y Pétain asumió como el nuevo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Francesas.En octubre de 1918, Pétain preparaba una gran ofensiva que llevaría a las tropas franco-americanas hasta territorio alemán.En 1924, la rebelión de Abd-el-Krim, jefe de la República del Rif, empezó a afectar al protectorado francés en Marruecos, que estaba a cargo del general Lyautey.Las tropas franco-españolas lograron salir victoriosas, gracias al Desembarco de Alhucemas.Esta corta experiencia en un ministerio lo malquistó con el parlamentarismo, y rechazaría todo ofrecimiento posterior.El 20 de marzo de ese año presentó sus credenciales al general Francisco Franco, jefe del Estado español, residente entonces en Burgos, pues todavía no había acabado oficialmente la guerra civil española.En nombre del acercamiento diplomático entre Francia y España, Franco le pidió supervisar la repatriación a Madrid de las reservas de oro del Banco de España y de lienzos del Museo del Prado que la antigua República Española había transferido a la protección francesa durante la guerra.El 16 de junio Reynaud presentó su dimisión y sugirió, apoyado por los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, confiar la presidencia del Consejo al mariscal Pétain, elección que sería aprobada por el presidente Albert Lebrun.Pierre Laval es el personaje que más había insistido en el establecimiento del gobierno en esa ciudad, a fin de evitar buscar refugio en Lyon o en Toulouse, viejos bastiones de la izquierda.La ley dará al mariscal Pétain todos los poderes gubernamentales y buscará la promulgación de una nueva Constitución, que nunca vería la luz, y el Estado francés permanecería durante todo el mandato de Pétain como un gobierno provisional de facto.Sobre todo, la separación de poderes referida en la Constitución de 1875 no se respetaba, y parecía que los diferentes poderes recaían en una sola persona.Contando con la reputación del «vencedor de Verdún», el régimen colaboracionista decidió explotar el prestigio del mariscal Pétain y comenzó a difundir un culto a la personalidad del nuevo líder: las fotos del mariscal figuran en las vitrinas de todos los negocios, en las paredes de la ciudad, en todas las oficinas administrativas, lo mismo que en todas las instituciones educativas y en las organizaciones juveniles.Se suspendieron las libertades públicas, lo mismo que los partidos políticos, y todos los sindicatos fueron unificados en una organización de corporativismo laboral, al tiempo que aparecían jurisdicciones de excepción.En octubre de 1940 y sin contar con Berlín se promulgaron precipitadamente leyes de exclusión contra los masones y los judíos, que serían endurecidas al año siguiente.[2]​ Aun así, la colaboración del régimen fue especialmente notable en lo referente a su complicidad con el Holocausto: 149 000 judíos fueron deportados y de ellos únicamente regresó el 10 %.Defendido por Jacques Isorni, Philippe Pétain declaró el primer día del juicio que siempre había sido un aliado discreto del general Charles de Gaulle, y que su responsabilidad concernía únicamente a Francia y a los franceses que lo habían designado en el gobierno, y no al tribunal de justicia.La salud del mariscal declinó considerablemente a comienzos de 1951, perdiendo cada vez más la lucidez.
Fotografía de Philippe Pétain en el año 1883.
Primo de Rivera y Pétain, entre otros asistentes a un banquete, en la embajada francesa en Madrid en 1926.
Pétain durante la crisis de gobierno de 1934, cuando fue nombrado ministro de la Guerra .
Encuentro entre Pétain y Adolf Hitler en octubre de 1940.
El Fort du Portalet, en los Pirineos, donde el mariscal Pétain fue internado en 1945.