Manuel García-Pelayo

La obra intelectual de Manuel García-Pelayo es prácticamente desconocida en España o, como poco, «su recepción en nuestro país ha sido un tanto parcial».

[7]​ Por todo esto, la historiadora Graciela Soriano concluye que «la historiografía española contemporánea del pensamiento debe reconocimiento a la importancia del Instituto de Estudios Políticos, donde una generación de profesores, como Luis Díez del Corral, J. A. Maravall, Carlos Ollero, F. J. Conde, Nicolás Ramiro, Gómez Arboleya, Antonio de Luna, etcétera, hizo posible la vida intelectual en aquel tiempo, en este refugio que, como ha expresado Pedro Bravo recientemente, constituía un verdadero “oasis” dentro del clima intelectual de aquellos años».

[8]​ Y es que estaríamos, según Jerónimo Molina, ante «una generación española sin par desde el Siglo de Oro».

Fundamentos del derecho de resistencia al poder arbitrario o injusto, dirigida por Recaséns, en 1934.

En la capital austríaca, contactó con discípulos de Hans Kelsen, quien se había ido a Colonia en 1930.

García-Pelayo no echa en falta a Kelsen, pues «nunca fue kelseniano ni positivista».

Contrariamente a Kelsen, «le impresiona tanto Carl Schmitt que, con los años, se autocalificará schmittiano de izquierdas».

[15]​ Según Francisco Vila, García-Pelayo «encontró en Schmitt a un autor capaz de superar el positivismo.

En esos años, García-Pelayo termina de perfilar y publica su obra más importante o, como poco, reconocida: Derecho constitucional comparado (1950).

[26]​ Tras la Primera Guerra Mundial, los supuestos propios del constitucionalismo decimonónico (que él denomina «racional normativo») ya no rigen.

Según Rubio Llorente y García Fernández, García-Pelayo puso tierra de por medio porque Francisco Javier Conde le habría conseguido un certificado de adhesión al régimen —conditio sine qua non para opositar a cátedras— sin que él lo solicitase.

Es decir, no obstante la ayuda de Conde, creía que tendría muchos problemas para desarrollar su carrera en España».

En el país boricua, García-Pelayo tornó de pleno a la vida académica, pero con renovados intereses.

En «La trasfiguración del poder», García-Pelayo muestra crudamente que siempre unos hombres mandan sobre otros.

Para ocultar este hecho vergonzante y brutal, en prácticamente todas las épocas históricas, el poder se ha transfigurado —y se continúa transfigurando— recurriendo a ficciones como el imperio de la ley (mandan las leyes, no los hombres), la soberanía del pueblo o que gobierna un dios o un semidiós.

Relata que se trataba de una ordenación política en la que «la firme creencia en Dios y, por tanto, el obrar con arreglo a ella, era, pues, el fundamento del sistema de esta sociedad cristocéntrica».

[38]​ El gran legado del Estado moderno fue desterrar la pugna existencial de su territorio.

La conversión de la lucha existencial en disputa agonal (mediante reglas) es, pues, un logro estatal civilizatorio.

Meramente corrige «los efectos disfuncionales de la sociedad industrial competitiva», lo que «no es solo una exigencia ética, sino también una necesidad histórica, pues hay que optar necesariamente entre la revolución [marxista, con la consiguiente socialización de los bienes] o la reforma».

En la transición, García-Pelayo intervino, si bien desde un segundo plano, en el proceso constituyente de 1977-1978.

Aunque, según Tomás y Valiente, su figura fue «por todos respetada como superior»,[50]​ García-Pelayo no desplegó un papel demasiado activo en el funcionamiento del Tribunal.

A mi juicio, la mayoría del Tribunal se equivocó, y así lo reflejé en un artículo para El País, pero era un asunto muy discutible jurídicamente.

Ante dicho caso, García-Pelayo no tenía duda del lado que debía inclinar la balanza».

Por consiguiente, concluye García-Pelayo, se debe «renunciar a la tentación de hacer del tribunal un órgano político, desvirtuando su auténtica naturaleza»; hay que evitar incurrir en el gobierno de los jueces, «que es una patente y posible deformación del régimen democrático».

Hace desaparecer la división entre Legislativo y Ejecutivo al estar ambos bajo el control del partido o coalición mayoritaria.

García-Pelayo, M. «Discurso en el acto de inauguración del Tribunal Constitucional», Obras Completas III, CEPC, Madrid, 2009.

Estudio sobre las formas políticas de la alta Edad Media, Obras Completas I, CEPC, Madrid, 2009.

García-Pelayo, M. Idea de la política y otros escritos, Obras Completas II, CEPC, Madrid, 2009.

García-Pelayo, «La transfiguración del poder», Obras Completas III, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2009.

Gortázar, G. El salón de los encuentros Una contribución al debate político del siglo XXI, Unión Editorial, Madrid, 2016.

Residencia de Estudiantes (1930)
Presidente del Tribunal Constitucional