La vaquilla es un largometraje español de 1985 del director Luis García Berlanga que obtuvo enorme popularidad.
Los jefes militares republicanos encargados del sector deciden infiltrar un grupo de sus hombres en territorio enemigo para raptar a la vaquilla que será utilizada en la fiesta taurina, en un intento simultáneo por conseguir comida y terminar con la fiesta del bando sublevado.
En un apretado microcosmos hallan un viejo militante republicano escondido por su esposa, cuya hija Guadalupe (Violeta Cela) a la vez es cortejada por un alférez de los sublevados (cuando había sido novia del soldado Mariano), a un sacerdote que enrola como monaguillo al soldado Cura cuando este le confiesa haber sido seminarista, y observan el disgusto del comprensivo y campechano comandante nacionalista del pueblo (Agustín González) contra un marqués (Adolfo Marsillach) que le suplica repetidas veces lanzar una ofensiva solo para que su enorme finca (cortada en dos por la línea del frente) pueda quedar por completo en la zona franquista.
Ejemplo de ello es la escena donde los soldados republicanos, agobiados por el calor, se lanzan desnudos a un estanque rural, solo para hallarse allí con soldados franquistas que también se arrojan al mismo estanque para nadar: el hecho que todos juntos confraternicen al estar solo vestidos con ropa interior o directamente desnudos hacen al brigada Castro meditar sobre el frío absurdo de la contienda, concluyendo que apenas un uniforme y unas insignias hacen la diferencia final entre ambos grupos de hombres.
Al caer la noche, y con el riesgo de ser descubiertos, los soldados republicanos deben huir de vuelta a sus líneas pasando por la casa del Marqués, a quien toman de rehén y luego abandonan en una colina, alborozados al reconocer a sus compañeros esperándolos ya en sus posiciones, donde reciben una dura reprimenda del coronel republicano (Eduardo Calvo).