Aunque hoy se lo considera un rey, su estatus no fue reconocido hasta que cronistas e historiadores de siglos posteriores comenzaron a enumerar a Juan II, reconociendo así el breve reinado de Juan I.
Diversas leyendas circulan sobre el infante real, las que fueron notablemente recogidas por Maurice Druon en sus libros Los reyes malditos.
Según lo anterior, Juan I reinó durante cinco días bajo la regencia de su tío.
Trató de hacer valer sus derechos, pero fue apresado en Provenza y murió en cautiverio el año 1363.
Luego de varias tentativas para hacerse reconocer, fue arrestado y confinado en Nápoles, donde murió en 1363.