[26][27] Los sobrinos menores eran los doctores Ramón[24] y José María de Zuviría Lezama,[24] y el sexto sobrino era Salustio de Zuviría Lezama.
[27][28][29] Gregorio era nieto paterno del hidalgo Manuel de Lezama y Vitoria[30][31] (n.
casada en Chuquisaca con el coronel altoperuano José Gabriel Téllez,[38] la tercera era María Carlota de San José de Lezama y Quiñones (n. ib.
Esto explicaría por qué los hermanos Pedro José Cesáreo, Dominga y María Carlota y sus primos paterno-maternos José Gregorio de Lezama Quiñones, al igual que sus hermanas Isabel María, Mercedes y las gemelas, si bien eran primos entre sí, se tratarían como hermanos.
1810) que se unió en matrimonio con Severina de Tapia y Urcullu (n.
Este sobrino segundo de José Gregorio, fue padre del coronel de artillería cubano José de Lezama y Rodda (n. La Habana, 1886) quien además de militar, era ingeniero y arquitecto, y que enlazado con Rosa Lima Rosado tuvieran tres hijos: Rosa, Eloísa y el literato José Lezama Lima.
Ambos también pasaron en el año 1800 al virreinato rioplatense, llevando consigo a sus tres hijos: Francisco (n.
1790) que se unió matrimonio con su concuñada rioplatense Manuela Carballido (n. ca.
Enterado del avance del numeroso ejército realista, Belgrano reclamó al gobierno de Buenos Aires refuerzos para la resistencia pero no fue apoyado, debido a que las autoridades del Primer Triunvirato estaban más preocupadas en vencer a los realistas fortificados en Montevideo.
[55] Vencidos los realistas en el enfrentamiento citado, volvieron al ataque en la batalla de Salta el 20 de febrero de 1813, y otra vez sufrieron una gran derrota, cayendo prisioneros el brigadier Pío Tristán, entre otros —inclusive el doctor español Gabriel Cuñado que pasaría a residir definitivamente en la villa de Jujuy— pero luego de jurar que no volverían a tomar las armas contra la revolución americana, fueron puestos en libertad.
[1] A estos influyentes hermanos les habían embargado importantes propiedades, ganado y establecimientos agropecuarios en la provincia de Córdoba cuyo gobierno intentaba vender o subastar una vez fusilados, pero no hubo persona que comprara o pujara por ellos ya que era de mal augurio, en esa época, comprar bienes de algún difunto, haciendo bajar su valor real, y es aquí adonde Lezama emerge aprovechando un muy buen negocio, comprándolos a muy bajo precio y restándole importancia a los mitos o lo que pudieran decir de él en su ciudad natal.
Al retirarse los unitarios de la provincia en dirección noroeste, fue liberado el hermano de Rosas pero varias estancias permanecieron abandonadas, facilitando la aparición de nuevos malones mapuches que ya habían mixogenizado a los tehuelches locales por influencia de los cuatreros chilenos realistas —mejor conocidos como los hermanos Pincheira que habían sido vencidos por el gobierno chileno en 1832— liderados por el nguluche Calfucurá, o sea, que desde la laguna de los cabrillos hasta el arroyo La Nutria Mansa en el sudeste bonaerense, había cesado toda actividad agropecuaria.
[60][61][62] En 1852, José Gregorio también había comprado por 9.457 $F –pesos fuertes– un paraje de más o menos tres leguas cuadradas en el interior del río salado, llamado «Laguna de los Blandengues», lugar adonde se había establecido en 1816 Hermenegildo Martínez de Carmona que por decreto se le fue otorgado en 1818 para vendérselo en 1819 a Tadeo Almada, incluyendo el ganado.
En 1826, a este último se lo compraron Mariano Baudrix y su socio Guillermo P. Ford quienes también compraran en este mismo año a Prudencio Rosas, 8.600 ha en Chascomús.
Ford, en el año 1832, se terminó quedando con todos los derechos de la estancia “Blandengues” para ser su último propietario y quien lo transferiría, luego de dos décadas, al hacendado Lezama.
En 1802, Luisa Barragán se lo vendería a Manuel Gallego Valcárcel quien comenzaría la construcción de la casa-quinta.
En 1806, durante la Primera Invasión Inglesa, el general William Carr Beresford entró por estas tierras y venció a las últimas fuerzas locales en esta Barranca de Marcó.
José Gregorio amplió y embelleció la casona transformándola en una hermosa mansión de arquitectura italianizante con galería exterior, hornacinas y un alto mirador por el que se podía observar el Río de la Plata y la ciudad, y en el terreno de más o menos setenta y seis mil quinientos metros cuadrados, siendo un gran aficionado a la floricultura, contrató al paisajista belga Charles Vereecke para parquizarla, e hizo construir hermosos senderos rodeados de plantas ornamentales exóticas y árboles que hacía traer de todas las latitudes, con macetones, columnas con estatuas de mármol y un templete griego, además de poseer un zoológico privado.
Fueron muy famosas sus camelias, cuyas diversas variedades cubrían los canteros rodeados de arrayanes.
Volvió a repetirse la misma situación en 1864 y otra vez durante la intendencia de Torcuato de Alvear en 1883 pero que no llegaría a concretarse.
[1] Los heridos eran atendidos en el «Hospital General de Hombres» por una comisión de voluntarios organizados por el doctor Juan José Montes de Oca, siendo estos, los médicos practicantes Antonio Manuel Silva Campero —primo hermano de Leandro N. Alem y tío segundo del futuro presidente argentino Hipólito Yrigoyen— y su íntimo amigo Tomás Liberato Perón —futuro abuelo del presidente Juan Domingo Perón— además de Luis Meléndez, entre otros.
[67] Las empresas ferroviarias británicas como la “Buenos Aires Great Southern Railway (B.A.G.S.
[68] La segunda empresa la lograría para la construcción del Ferrocarril Central Argentino (F.C.C.A.)
Fue esta la primera línea férrea respaldada por el gobierno nacional, que suscribió acciones por un monto de 200.000 pesos fuertes.
Las instalaciones se mantuvieron sin grandes modificaciones por más de dieciocho años, constituyéndose el ferrocarril como la mejor opción de transporte en franca competencia con las carretas que con el tiempo, se limitarían a hacer llegar los productos hasta la punta de riel.
Luego la empresa instalaría el 3 de febrero de 1866, un servicio de tranvía a caballo que acercaba a los pasajeros desde el centro urbano de Buenos Aires hasta la citada estación que prolongaría en 1869 hasta la «Estación Parque» del Ferrocarril del Oeste (en el terreno del actual Teatro Colón).
Además de ofrecer propiedades por cuestiones humanitarias para que sean usadas como lazaretos, ceder terrenos para el trazado ferroviario y donar tierras para fundar nuevos pueblos, Lezama realizaba donativos exuberantes para la beneficencia pública e inclusive en 1857, formó parte de la comisión encargada de la suscripción para levantar una estatua en honor a Bernardino Rivadavia y además era considerado mecenas de diversos artistas y escritores, como ser el poeta José Hernández quien fuera autor de la obra “Martín Fierro”.
[1] Al cumplirse ese lapso de tiempo, la administración municipal la transformó en la sede del Museo Histórico Nacional en 1897.
Cabe destacar que esta zona todavía no se había fundado siquiera la cabecera del partido, solamente existían algunos establecimientos como «La Azotea Grande» y «La Nueva Florida», entre otros.
En el año 1898 las tierras son compradas por Manuel José Cobo, fundando la estancia «La Belén», y posteriormente la de «Las Barrancas» en los mismos lugares que estaba proyectado fundar la capital del fallido distrito pero así mismo, fue surgiendo el nuevo «Pueblo y Colonia de Manuel J. Cobo».