Hermandad de la Caridad (Córdoba)

No sería hasta más adelante cuando se convierte en Hermandad con carácter penitencial.

Ese mismo año, el emperador Carlos I le dona como renta anual perpetua la cantidad de 12.444 maravedíes, pago por Reales Cédulas.

Sin embargo, la decadencia del Antiguo Régimen supuso también la de la Cofradía, al tiempo que desaparecían sus privilegios y prerrogativas.

No obstante, y a pesar de la solemne recuperación de los cultos al Señor, en 1894 se pierde todo rastro documental, aunque se conocen posteriores funciones litúrgicas en honor del Crucificado entre 1910 y 1912.

Desde entonces, solo en muy contadas ocasiones han faltado los legionarios a su cita con el crucificado de San Francisco.

Y así lo ha repetido en la inmensa mayoría de las ocasiones en las que el Tercio no ha podido acudir el Jueves Santo.

Entre los actos, destaca una conferencia celebrada en el Alcázar de los Reyes Cristianos que tuvo por título La Caridad, Hermandad del Descubrimiento, y que corrió a cargo del canónigo archivero don Manuel Nieto Cumplido.

En el año 1996 se produce el hallazgo de las primitivas reglas de la corporación, datadas en 1594 y adquiridas por Cajasur para el Museo Diocesano cordobés, pero cedidas a la cofradía para su salida procesional, en la que ocuparon un lugar destacado en 1997.

Muchos cronistas y escritores cordobeses han venido manteniendo que la escultura fue donada por Juan Draper en el año 1614.

Se trata de un cristo crucificado, muerto en la cruz, unido a ella por tres clavos en las extremidades y uno en la espalda.

Los hombros, colocados a distinta altura, favorecen la flexión de un cuerpo que se tuerce sobre sí mismo, recordando conocidos recursos del siglo XVI.

Su rostro, muestra un gran dolor contenido, con la mirada baja y de cuyos ojos caen seis lágrimas.

Tercio del Gran Capitán .