Hermandad de las Angustias (Córdoba)

Aunque la cofradía se echó a andar en el siglo XVI, uno de sus momentos más trascendentes llega en la primera mitad del siglo XVII, cuando se decide encargar las actuales imágenes.

No obstante, en su propio testamento,[1]​ Juan de Mesa atestiguó lo siguiente: Con el paso de los años, se ha debatido sobre que las imágenes fueron terminadas por algún discípulo del artista, aunque estos fueron detalles menores, y claramente, se distingue la impronta del fallecido imaginero.

De hecho, en 1771 se encargó la magnífica peana tallada y dorada que funcionó como paso y para ensalzar a las imágenes en su camarín, con los evangelistas atribuidos a Juan Xavier Cano.

Pero lo peor para las Hermandades llegaría en el siglo XIX, aunque las Angustias volvió a superar todas las dificultades.

Pero cuando parecía que todo volvería a la normalidad, tal y como parecía reflejarse en la Semana Santa de 1819, el obispo Pedro Antonio de Trevilla publicó al año siguiente un nuevo reglamento para la Semana Santa cordobesa.

No sería hasta 1849 cuando el Ayuntamiento rescató la Semana Santa y se dispuso a organizar la procesión oficial del Santo Entierro con las pocas cofradías que habían quedado de la época anterior o con imágenes que ni siquiera tenían hermandad.

La Cofradía también recuperó sus hábitos nazarenos, que a partir de entonces serían negros.

Con la entrada del siglo XX, la Semana Santa de Córdoba al menos seguía viva, pero era evidente la inestabilidad precaria que la fiesta presentaba.

No obstante, en 1936, tras la reciente victoria del Frente Popular en las elecciones generales, sumado al conflictivo ambiente presente en la sociedad española, y que desembocó en la Guerra civil a mediados de ese año, provocó que las autoridades recomendasen a las Cofradías no realizar su Estación de Penitencia por las calles de la ciudad.

[2]​ Córdoba cayó enseguida en el lado de los sublevados y en 1937 nació la nueva Semana Santa, en la que surgieron un gran número de Hermandades y muchas otras enriquecieron su patrimonio.

[3]​ La principal razón, era que el uso del palio en aquella época era ya sobre todo para imágenes de la Virgen María que fueran solas, y las Angustias tratándose de un grupo escultórico, no era acorde su uso.

No obstante, antes de la Coronación, ésta había sido restaurada y enriquecida.

En su regazo porta la imagen de Cristo muerto, que destaca por su espléndida anatomía y por su unción sacra.

Es el brazo derecho el que presenta una posición algo más antinatural, quizá reflejo del deseo de la madre que lo está sosteniendo intentando obtener un abrazo del cuerpo sin vida de su hijo.

Su rostro aparece enrojecido, fruto de todo el dolor sufrido durante este proceso.

La Virgen aparece con el ceño fruncido, pero no es algo especialmente exagerado, son solo leves detalles.

Ya entre en lo que se refiere al ajuar, éste es sólo para la talla de la Virgen.

Destacan la magnífica corona de plata cincelada por Rafael Peidró, bendecida en 1953 y usada para la Coronación Canónica de 1987; un manto negro bordado en 1817 y reformado en 1958, el cual suele ser su manto habitual de salida cada Jueves Santo; y otro manto morado, bordado en oro por las Adoratrices en 1976, que si bien ha portado en alguna Estación de Penitencia, tiene un carácter mucho más extraordinario y reservado, siendo utilizado especialmente para las ocasiones destacadas.

Desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad, se han dedicado diversas composiciones musicales al grupo escultórico de Las Angustias, siendo estas en su mayoría marchas procesionales interpretadas por bandas de música.

El grupo escultórico de Las Angustias en su camarín de la Iglesia de San Agustín.
Real Iglesia de San Pablo , sede canónica de la Hermandad entre 1961 y 2014.